El titular de Finanzas tiene en sus manos la responsabilidad de resolver la primera crisis del régimen de Liz Truss
Los crecientes rumores de una rebelión internas en el seno de los tories han llevado al ministro de Finanzas británico, Kwasi Kwarteng, a adelantar su regreso desde Washington para resolver la polémica generada en torno al plan fiscal que proponía una bajada de impuestos a las clases más acomodadas.
A las puertas de la primera crisis interna de relevancia en el mandato de Liz Truss, Downing Street se mantiene firme en su opinión sobre Kwarteng. “Está haciendo un excelente trabajo”, sostienen. Sin embargo, los opositores comienza a fraguarse a los pies de la primera ministra y los detractores exigen el cese de algunos miembros del Parlamento.
El Gobierno puso sobre la mesa recortes fiscales por valor de 45.000 millones de libras. Esto ocurrió un 28 de septiembre, cuando prometió además que rebajaría del 45 al 40 por ciento el tipo impositivo para grandes fortunas. El 3 de octubre, apenas cinco días después del anuncio, la premier rectificó su decisión.
Los disidentes más radicales piden la cabeza del titular de Economía por su “escasa seriedad” y aseguran la existencia de una suerte de un plan conspirativo para deponer a Truss, ideado por Rishi Sunak y Penny Moundant, principales damnificados de las elecciones primarias del Partido Conservador.