El papa Francisco ha abogado, desde la capilla de las apariciones el Santuario de Fátima, por una Iglesia de “puertas abiertas” donde “todos puedan entrar” porque “una madre tiene el corazón abierto para todos sus hijos, todos, todos, todos, sin exclusión”.
Así lo ha expresado el papa tras el rezo del Rosario, en el que se ha dedicado la oración a que “se conceda al mundo un tiempo duradero de paz”. El rezo ha sido guiado por varios jóvenes, entre ellos, una joven con discapacidad.
El papa ha aterrizado este sábado por la mañana en Fátima, hasta donde se ha trasladado en helicóptero desde Lisboa, donde está participando en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Esta es la segunda visita que Francisco realiza al Santuario, donde ya hizo un viaje exprés de poco más de 24 horas, el 12 y 13 de mayo de 2017, con motivo del centenario de las apariciones de la Virgen a los pastorcillos.
Durante sus palabras, improvisadas y pronunciadas en español, Francisco se ha centrado en la figura de María, la “señora apurada” o “apressada” (como se diría en portugués) y ha ensalzado que ella “nunca es protagonista, acoge a todos y señala a Jesús”.
Por ello, ha invitado a los fieles presentes a guardar un breve instante de oración y reflexión, para preguntarle en silencio: “¿Madre, qué me estás señalando a mí? ¿Qué hay en mi vida que te preocupa, que te conmueve, que te interesa?”.
En el discurso previsto pero no pronunciado, el sumo pontífice también hace otras reflexiones e invita a tomar el “camino de la pequeñez” frente al “perfeccionismo”, al tiempo que advierte del peligro de convertirse “en discípulos de las modas”.
“Amigos, no nos dejemos contagiar por el perfeccionismo, no nos dejemos engañar por espejismos, no nos convirtamos en discípulos de las modas. Apasionémonos por la vida real, porque estamos llamados a ser artistas de la existencia, no expertos en retoques fotográficos; a colorear de sentido los días que vivimos, no a barnizarlos de apariencias”, se puede leer en el discurso no pronunciado.
Así, Bergoglio precisa que el camino hacia la “verdadera grandeza” no es el del “éxito, el poder, la riqueza y las apariencias mundanas”, sino “el camino de la pequeñez” porque “Dios elige siempre a los pequeños, que son grandes para Él; elige a los sencillos”, como “los niños de Fátima”.
Por ello, sugiere alejarse de la “tentación peligrosa” del “perfeccionismo” y lamenta que muchos jóvenes de hoy sufren por “el peso de no lograrlo, de no hacerlo bien, de ser inadecuados, incluso mal hechos”, tratando de “embellecerse por fuera, de mostrarse en buena forma” aunque “dentro su corazón grita de dolor”.
“Hoy parece que no se puede ser sino perfectos; hay que mostrarse grandes, eficientes y realizados, y toda fragilidad parece una falta, mientras que los modelos que inculca la sociedad de la imagen son siempre resplandecientes y brillantes. Pero están maquillados y, por tanto, son falsos”, avisa.
También invita a rezar por la paz. “Ahora, como en el momento de las apariciones, también hay guerra. La Virgen pidió que rezaran el Rosario por la paz. No lo pidió como un favor, sino que, con solicitud maternal, indicó: ‘Recen el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra’. Unamos, pues, nuestros corazones, recemos por la paz”, subraya.
PAZ EN UCRANIA
El obispo de Leiria-Fátima José Ornelas, ha expresado su “profunda alegría” por la presencia del Pontífice, por segunda vez, en Fátima y se ha unido a su oración “por la paz” con la que, según ha explicado, “este santuario se identifica profundamente, en particular ante la guerra en Ucrania”, y “en tantos otros focos de conflicto en el mundo que afectan dramáticamente la vida y el futuro, sobre todo, de niños y jóvenes”.
También ha rezado por los niños y los jóvenes víctimas de “la enfermedad, la pobreza, el hambre, los conflictos, de los abusos, las injusticias y la exclusión”.
El papa ha llegado al Santuario de Fátima tras recorrer un tramo de carretera en el papamóvil desde donde ha podido saludar a los miles de fieles que le esperaban y ha dado su bendición a varios bebés que le han acercado hasta el automóvil. Posteriormente, el Papa ha rezado ante la imagen de la Virgen de Fátima y la ha obsequiado con unas flores y un rosario.