¿Cambiar la hora en España y Europa cada seis meses?: los expertos sostienen que ni se ahorra dinero ni es bueno para la salud

El próximo sábado se repite el ritual de adelantar una hora el reloj para adaptarse al horario de invierno, pero puede que estemos al final de un hábito que rechazan el 84% de los europeos

Con la misma tenacidad que los norteamericanos celebran el ‘día de la marmota’, ya saben, esa fiesta folclórica de los granjeros para predecir el fin del invierno que se basa en el comportamiento biológico del animal cuando sale de hibernar el 2 de febrero, en España y el resto de Europa cada seis meses tenemos nuestra particular fiesta estacional con el cambio de hora para fijar el fin del invierno y del verano. Se trata de adelantar o de retrasar los relojes una hora si es que entramos en el invierno o en el verano.

Nuestro próximo cambio horario será en la madrugada del próximo sábado 25 al domingo 26, cuando oficialmente entrará en vigor el horario de invierno. Eso significa que cuando sean las 03:00 pasarán a ser las 02:00 y de acuerdo con la normativa en vigor, este horario se extenderá en principio hasta la madrugada del 28 al 29 de marzo de 2026, que entrará en vigor el horario del verano.

Así que ya están avisados para el sábado que viene. En los móviles no se preocupe por que la hora se cambia sola, pero si tiene un reloj de los de toda la vida con manecillas tendrá que adelantarlas una hora. Eso tienen las cosas analógicas.

Un poco locos

Con el cambio de hora el personal se vuelve un poco loco porque en unos casos se hace antes de noche y amanece antes. El día de los hechos se duerme una hora más o menos según los casos y la verdad es que cuesta acostumbrar el reloj del cuerpo.

Decían los políticos hace años que este cambio horario era bueno para ahorrar energía, pero con el paso del tiempo lo que parece cada vez más claro es que no sirve para ahorrar nada y que sí genera trastornos de salud con tantos ajustes y desajustes. Según los expertos, el cambio de hora altera la secreción de melatonina, lo que puede causar insomnio, somnolencia diurna y despertares nocturnos.

Pero hay más. Dormir menos puede hacer que estemos más cansados y con mayor irritabilidad, la alteración del ritmo circadiano puede disminuir la atención y la concentración, lo que afecta al rendimiento laboral y puede conllevar una modificación en los horarios de las comidas y un aumento del apetito, es decir tentar la obesidad. Algunos estudios sugieren también que el cambio de hora puede aumentar mínimamente el riesgo de infarto y accidentes cerebrovasculares.

¿Y quienes pueden ser los más afectados?: ancianos y adolescentes.

La mayoría no quiere cambios

¿La solución? Pues dejar las cosas como están de manera permanente. Esa es la opinión del 84% de los europeos y de una amplia mayoría de la sociedad española, según los datos que recogió el CIS cuando preguntó por este asunto hace dos años. Y nada ha cambiado: los europeos quieren que dejemos las manecillas del reloj quietas, porque al final es cuestión de acostumbrarse, pero de hacerlo una vez y para siempre y no cada seis meses.

Todo esto ocurre porque la Unión Europea (UE) fija una fecha y una hora comunes a todos los Estados miembros para el comienzo y el fin del conocido como horario de verano. La última comunicación de la Comisión Europea al respecto fue de 2021. Entonces se trasladó cuándo se tenían que producir los cambios hasta 2026: los últimos fines de semana de marzo y octubre, respectivamente, a las 02:00 hora española.

Reactivar el asunto

Nadie puede negar que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, es un estratega capaz de crear ideas para que el personal se distraiga y no piense en las cosillas feas de casa, así que ha sido él el que ha anunciado su intención de reactivar este asunto en el seno de la UE para eliminar el cambio de hora estacional. El asunto lo lleva el Ejecutivo lleva por primera vez a nivel de ministros en una reunión de Energía de los 27 en Luxemburgo, en la que planteará reformar el sistema ya en 2026, esgrimiendo que apenas ayuda a ahorrar energía y que incluso tiene «un impacto negativo» en la salud y en la vida de los ciudadanos, como recoge Europa Press.

Dice Sánchez que quiere “reactivar” el debate porque no es nuevo en la Unión. La Comisión Europea intentó una reforma en 2018, cuando el entonces presidente del Ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker, propuso acabar con el cambio horario bianual y dar a cada país libertad para decidir si consolidar en su territorio un huso u otro. La falta de evaluaciones de impacto y el miedo a la fragmentación dentro de la UE llevó entonces a los 27 a aparcar la revisión, que, de retomarse, deberán negociar el Consejo (gobiernos) y Eurocámara sobre la base de una propuesta de la Comisión Europea.

Desde 1918

El primer cambio de hora en España se produjo en 1918, aunque ni entre los años 1920 y 1925 ni entre 1930 y 1936 se produjo ningún cambio de hora. El Gobierno de Franco retomó en 1940 esta medida para que España tuviera el mismo horario que la Alemania nazi y los países de Europa Central. El horario de verano resucitó en España y en el resto de Europa en los años 70 por la crisis del petróleo y hasta que no haya cambios a nivel europeo, sigue vigente.

¿Se ahorra de verdad energía?

En el último cambio de hora -el de marzo de 2025 para pasar al horario de verano-, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) señaló en declaraciones a Europa Press que no ha realizado estudios, avances ni trabajos relacionados con el cambio de hora en los últimos años.

Además, recalca que en España no existen informes actualizados que permitan asegurar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos.

De acuerdo con el organismo, el informe más actual sobre el tema fue elaborado por la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo en 2018. Según detalla la investigación, si bien los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, estos son marginales, y no hay certeza de que los beneficios se obtengan en todos los Estados miembros de la UE.

Iluminación, calefacción…

A su vez, también incide en que, aunque puede haber ahorros de energía en iluminación, no es tan evidente que ocurra lo mismo con la calefacción, donde se podría incluso aumentar su consumo. Además, puntualiza que los resultados son difíciles de interpretar ya que están influenciados por factores externos, como la meteorología o el comportamiento de los usuarios.

En ese momento, el IDAE subrayó que los estudios de cambio horario requieren de un análisis prolongado en el tiempo para evaluar situaciones estacionarias, y recorda que el cambio de hora se aprobó en una época con hábitos de vida distintos que podrían afectar en mayor medida al consumo energético (por ejemplo, la extensión del teletrabajo).

Todo ha cambiado

Destaca además que los análisis que se solían utilizar para calcular estos datos se han visto alterados «significativamente» por las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación, en los sistemas de climatización y en los propios edificios, así como la progresiva introducción del autoconsumo por las renovables, cada día más extendidas en las viviendas particulares y por supuesto en instalaciones públicas.

Es decir, que ni está claro que haya ahorro ni las circunstancias de la sociedad española o europea son las mismas que en tiempos de crisis y en etapas sociales con hábitos de consumo y trabajo radicalmente distintos a los actuales. Es decir: que dejen los relojes en paz y que sigan su curso sin alterar su voluntad. Amén.