Este lunes, el expresidente del Gobierno Felipe González mostró su postura respecto a las elecciones del 23-J. Lo hizo en una presentación del monográfico Pactar es progresar, de Nueva Revista, un magacín de la Universidad de La Rioja (UNIR). Dentro de este proyecto, compartido con personalidades de la política y de la comunicación, participa con un artículo, Pónganse de acuerdo. En él propone «pactos de centralidad«, que, desde su opinión, «fortalecen no solo la democracia, sino también el destino de un país». Durante el acto, celebrado en el Centro Riojano de Madrid, defendió la idea de que «la lista más votada sea aceptable cuando no haya otra opción«.
Dentro de esa línea, destacó los «hitos» de negociación, como los conocidos Pactos de la Moncloa. Respecto a estos «pactos de centralidad», afirmó que cuando estos desaparecen, «el país se debilita, se polariza, pierde fuerza y credibilidad, tanto interna como internacionalmente». «Y ahí es donde estamos», aseguró con la mente puesta en EE UU y en países de Iberoamérica como Brasil.
Además, mencionó a Nicolás Maduro, en Venezuela, y a Daniel Ortega, en Nicaragua, como ejemplos de presidentes que «no necesitan pactar» para ejercer su autoridad.
También enfatizó que «la Constitución no es perfecta», sino que es «adecuadamente imperfecta«, con «obligación» de reformarla, siempre desde el «respeto a la norma».
Desde su punto de vista, «si alguien piensa que pactar es eliminar el conflicto propio de funcionamiento de una sociedad democrática, se equivoca», y que «si alguien piensa que la gente castiga al que pacta, se equivoca mucho más«.
Y recalcó que «los ciudadanos sienten un enorme alivio cuando ven que, en lugar de estarse peleando por cuestiones personales, por destruir al otro, los políticos se ponen de acuerdo».
En referencia a su partido, reivindicó la contribución del PSOE a la Transición, con la «esperanza» para «construir un país» en «un futuro promisorio». Por eso, presumió de que su formación política conforma las «únicas» siglas que permanecen desde el pacto de la Constitución.
Reconoció que le ofende que insulten al PSOE, sobre todo, sus socios de Gobierno. Los que, según el expresidente, los llaman «socialtraidores» desde el siglo pasado.
Ante todo, puso en solfa la importancia de mirar atrás para tener en cuenta «de dónde venimos» y «orientarnos para saber hacia dónde vamos».