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Expertos y líderes nacionales e internacionales reunidos en Madrid piden medidas urgentes para combatir la sequía y la desertificación

Desierto:

Expertos y líderes políticos nacionales e internacionales han abordado medidas y soluciones dirigidas a combatir la desertificación y la sequía durante una jornada de alto nivel celebrada en el Museo Nacional Reina Sofía, en Madrid, organizada por el  Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en colaboración con la Secretaría de la Convención de Naciones Unidas de la Lucha contra la Desertificacíón (UNCCD por sus siglas en inglés).

España, sede del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2022, ha trasladado sus compromisos en el uso sostenible del agua y los recursos terrestres y ha querido hacer una llamada a la acción para mitigar la degradación del suelo y actuar frente a la escasez de agua disponible, un problema de primer orden que cada vez afecta a más personas en el mundo.

Este año la efeméride se celebra bajo el lema “Superando juntos la sequía” y está centrada en la urgencia de adoptar políticas y medidas a escala local, regional y global para evitar los efectos de la desertificación y la sequía, así como en crear sociedades más resilientes a estos problemas ambientales.

El acto, celebrado en el Museo Nacional Reina Sofía, ha contado con la participación del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres; el secretario ejecutivo de la UNCCD, Ibrahim Thiaw; el comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkevičius; el presidente de la COP15, Alain-Richard Donwahi; la vicepresidenta Teresa Ribera y la activista ambiental Patricia Kombo. Asimismo, varios expertos han compartido algunos casos de éxito a nivel nacional e internacional en mitigación y adaptación a la sequía.

Colaboración entre España y África para luchar contra la desertificación en el continente

Durante su intervención, Pedro Sánchez ha anunciado ‘Restaurando paisajes y agua para la adaptación y la resiliencia’, la nueva iniciativa del Gobierno que reforzará los vínculos de colaboración con África para luchar contra la desertificación en el continente. El proyecto, que pretende aumentar la resiliencia de las áreas donde existe alto riesgo de degradación de la tierra, tiene como objetivo catalizar la cooperación entre la ciencia, la comunidad política y las comunidades sociales para abordar el nexo entre agua y paisaje.

“Propongo que todos nos sumemos a esta iniciativa, con el objetivo de fortalecernos, más aún, frente a uno de los desafíos del siglo: la lucha contra la desertificación y la sequía. Porque pocas cosas hay más urgentes que ocuparnos de hacer de nuestro planeta un lugar habitable”, ha destacado el presidente del Gobierno.

Afrontar la crisis climática y restaurar nuestras tierras

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, quien ha intervenido a través de un vídeo, ha recordado que las sequías son cada vez más frecuentes e intensas en todas las regiones. “El bienestar de cientos de millones de personas se ve comprometido por cada vez más tormentas de arena, incendios forestales, malas cosechas, desplazamientos y conflictos”, ha señalado. “Gran parte de la responsabilidad recae en el cambio climático, pero también en la forma en que gestionamos nuestras tierras. Cuidar nuestras tierras y su biodiversidad puede ayudarnos a afrontar la crisis climática y a alcanzar todos nuestros Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

“Ninguna nación -rica o pobre- es inmune a la sequía, y todos los países pueden tomar medidas para evitar los efectos devastadores de las sequías en la vida y los medios de subsistencia de las personas. Aunque hemos hecho algunos progresos, no son suficientes”, ha manifestado el secretario ejecutivo de la UNCCD, Ibrahim Thiaw. “La sequía es un peligro natural, pero no tiene por qué ser un desastre. Hacemos un llamamiento a todos los países para que la conmemoración mundial de este año sea un momento crucial en el que nos comprometemos a trabajar juntos para restaurar nuestras tierras, proteger los recursos naturales y aumentar la resiliencia de las comunidades ante la sequía para garantizar que ningún país se convierta en Droughtland”.

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha insistido en la necesidad de evitar la degradación de las tierras mediante una gestión sostenible del suelo y del agua y de restaurar las tierras ya degradadas, “acciones indispensables para alcanzar la seguridad alimentaria e hídrica, ralentizar el calentamiento global, reducir la magnitud, intensidad y recurrencia de riesgos (pandemias, sequías, inundaciones) y facilitar la recuperación los hábitats naturales y la biodiversidad”. “Encaramos escenarios climáticos y de desarrollo socioeconómico que nos exigen -como responsables públicos- trabajar anticipadamente. Es hora de que la desertificación gane el espacio público que merece, en términos de conocimiento, de preparación y de compromisos”, ha añadido Ribera.

El esfuerzo de España para combatir la sequía

El hecho de que España haya tenido que convivir con las sequías y sus consecuencias desde hace décadas nos ha enseñado la necesidad de integrar la sequía en la nueva planificación hidrológica y la gestión de los recursos hídricos, evitando en lo posible actuaciones de emergencia cuando ya se ha llegado a situaciones severas.

Los planes hidrológicos de tercer ciclo, en la etapa final de su proceso de aprobación, pretenden revertir una tendencia creciente en el uso del agua, reduciendo las asignaciones establecidas para los distintos usos en más de 1.000 hm3 para adecuarlas a estos escenarios futuros. A ello se suman los planes especiales de sequía, que nos señalan, a partir de un sistema de indicadores, cuándo y cómo actuar en cada fase.

Junto a su experiencia en la gestión de sequías, España es también uno de los países de Europa más vulnerables a la desertificación. Casi tres cuartas partes de su territorio son tierras secas susceptibles de ser afectadas por este fenómeno, de las cuales un 20% se consideran ya degradadas.

Además, el cambio climático está agravando esta situación con la progresiva aridificación del clima y el incremento en la frecuencia e intensidad de las sequías. La presión en el uso de suelos y agua, junto con el abandono de espacios agrícolas y forestales de uso tradicional, también favorecen los procesos de degradación de las tierras.

Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación

El Gobierno de España, en su Declaración de Emergencia Climática y Medioambiental aprobada el 21 de enero de 2020, se comprometió a elaborar una Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación en el marco del fortalecimiento de las sinergias con las políticas de desarrollo rural, de protección de la biodiversidad y reconocimiento de servicios ambientales.

Esa Estrategia, que se está ultimando y se aprobará próximamente, está plenamente alineada con el nuevo marco estratégico de la CNULD 2018 -2030 y la Agenda 2030, en especial, el logro de la meta 15.3 de Neutralidad en la Degradación de las Tierras. Establece un marco de actuaciones y medidas articulados en tres ejes: la planificación y ejecución de medidas de conservación de suelos y aguas y la restauración de zonas degradadas; el refuerzo de la cooperación y coordinación institucional (intersectorial y territorial) y mejora de la gobernanza; y el aumento del conocimiento y de la sensibilización de la sociedad.

Esta herramienta fomentará aplicación de medidas de gestión sostenible de la tierra en los distintos sectores con incidencia en el territorio: forestal, agrario y de gestión de los recursos hídricos.

La Estrategia prevé crear un Atlas de la Desertificación que permitirá mejorar y actualizar las herramientas para el análisis de riesgo y la toma de decisiones en la lucha contra la desertificación, así como un Plan de Restauración de Terrenos Afectados por la Desertificación para articular la coordinación con las estrategias de restauración ya existentes a nivel nacional y europeo. También prevé impulsar una ley nacional de conservación y uso sostenible de los suelos, alineada con la Estrategia de la UE para la Protección del Suelo para 2030.

La protección, revalorización y restauración del capital natural de España ocupa también un lugar destacado en el Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia (PRTR), destinando 1.642 millones de euros para la conservación de biodiversidad, restauración de ecosistemas y gestión forestal sostenible en el periodo 2021-2023.

Un problema global

La desertificación se define como la degradación de las tierras de zonas secas y tiene importantes impactos económicos, sociales y ambientales, como la pérdida de productividad de la tierra, el aumento de la despoblación en zonas rurales o la pérdida de biodiversidad. Aunque las causas de la desertificación son muy variadas, están principalmente impulsadas por el cambio climático y la explotación insostenible de los recursos naturales.

Entre 1900 y 2019 las sequías afectaron a 2.700 millones de personas en el mundo y causaron 11,7 millones de muertes. Además, las previsiones científicas actuales pronostican que éstas irán en aumento y que podrían afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial en 2050.

En última instancia, la desertificación implicaría, según las previsiones, el deterioro irreversible y la disponibilidad de los recursos naturales terrestres: suelo, agua y vegetación, lo que limita las oportunidades de desarrollo y las condiciones de vida de las poblaciones afectadas.

España, en riesgo de desertificación

España no es ajena a esta realidad que afecta a numerosos países del mundo.Tanto las sequías como la desertificación afectan gravemente a España, donde el 74% del territorio es susceptible de ser afectado por la desertificación.

Los climas más áridos de nuestro país, como los que presentan el sureste de la Península y Canarias oriental y, con menor intensidad, el Valle del Ebro y zonas de la Meseta Sur podrían extenderse a otras regiones. Zonas naturales como la Ribera de Navarra, los parajes del Parque Regional del sureste de la Comunidad de Madrid, la isla de Menorca, la Zona de Especial Conservación de El Piélago, o el clima de la microrreserva del Salar de Agramón en Albacete, notarán una subida del 1.5ºC de media y descenso en las precipitaciones de hasta el 14% de aquí a 2065.

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