Hablamos en exclusiva con Javier Segovia, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Puerta de Hierro, encargado de que se hayan implantado más de 50 dispositivos de asistencia ventricular en los últimos años
El pasado jueves 24 de noviembre, se celebraba en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid un encuentro entre pacientes con asistencia ventricular -o corazones mecánicos-, personal sanitario y sus cuidadores. A raíz de esto, FUENTES INFORMADAS entrevistó a Javier Segovia, jefe del Servicio de Cardiología de este hospital y principal encargado de coordinar este tipo de intervenciones. Se trata de una tecnología puntera que funciona como alternativa al trasplante.
El Dr. Segovia nos recibe en su despacho, donde nos hace un hueco en su apretada agenda de ese jueves. En la planta baja le espera el resto de su equipo y sus pacientes para desayunar con ellos tras la emotiva charla que tuvo lugar minutos antes. Sin embargo, no duda en sentarse con nosotros para contestar amablemente cualquier pregunta sobre este asunto, que despierta tantas curiosidades, y lo hace con una gran sonrisa en la cara tras ver la gran familia que habían sido capaces de crear entre todos.
Pregunta: ¿Cuándo fue la primera vez que instalaron un dispositivo de asistencia ventricular en el hospital?
Respuesta: Los dispositivos de asistencia ventricular comercialmente disponibles, que permitieron a los pacientes ir a su domicilio al poco tiempo y hacer vida normal, empezaron a implantarse en el año 2007. Sin embargo, este concepto de asistencia cardíaca ya se acuñó muchas décadas antes, cuando se diseñaron los primeros dispositivos “extracorpóreos” para situaciones de corto plazo -por ejemplo, en una intervención quirúrgica-. Esas máquinas hacían la función de corazón e incluso pulmón, y ya en los años 70 se utilizaban en el hospital.
P. ¿Cuáles son las complicaciones más frecuentes que presentan los pacientes con asistencia ventricular?
R. En la mayor parte de los casos -teniendo en cuenta las 50 asistencias que ya hemos puesto con las que los pacientes se han podido ir a casa tranquilamente-, tenemos un pequeño porcentaje de entre un 10 y un 20% de infecciones leves relacionadas con la incisión por donde se introduce el cable. La mayor parte de las veces se ha solucionado limpiando adecuadamente la zona. Solo en una ocasión el cirujano tuvo que eliminar tejido infectado más profundo. Sin embargo, con los adhesivos que tenemos disponibles ahora, podemos mantener la zona casi inaccesible para las bacterias del exterior, por lo que las infecciones se han reducido al mínimo.
P. ¿Cómo han ido mejorando estos dispositivos hasta nuestros días?
R. Al principio estas máquinas daban muchos problemas. Con el paso del tiempo se han ido mejorando para que sean más “biocompatibles“, es decir, que nuestro organismo sea capaz de reconocerlos mejor como algo casi propio. Antes, provocaban más coagulaciones, que podían dar lugar a trombos. Sin embargo, ahora se hacen con superficies mucho más adecuadas y bombas más sencillas. En concreto, su sistema motor funciona por levitación magnética, un sistema de imanes que hace que el motor esté funcionando sin rozamiento. Esto hace que el dispositivo sea “virtualmente eterno“, ya que no se genera desgaste ni calor. Además, cada vez son más pequeñas, lo que permite que ahora estén dentro del cuerpo del paciente, concretamente en el pericardio.
P. ¿Cuáles son las situaciones en las que se elige la asistencia ventricular frente al trasplante?
R. La mayoría de las veces es para situaciones en las que el corazón nativo de la persona está extremadamente grave y no va a permitir que el paciente siga viviendo mucho tiempo. La primera situación la conocemos comúnmente como “puente al trasplante“. En ella, los pacientes tienen una edad inferior a 70 años y no suelen padecer enfermedades de otros tipos. Estas asistencias sirven para dar tiempo y mejorar la calidad de vida hasta que al enfermo le llegue un corazón adecuado.
Luego tenemos aquellas ocasiones en las que el afectado tiene una edad más avanzada u órganos dañados, por lo que esta es la “terapia de destino” o definitiva. Actualmente, las personas pueden llegar a sobrevivir entre 5 y 10 años más con las asistencias. Por último, hay una tercera situación que llamamos “puente a la decisión“. Este caso es para personas que tienen situaciones que impiden el trasplante en ese momento, pero que en un futuro sí podrían ser candidatas a él una vez superado el problema.
P. ¿Cuál es la espera y el coste que tiene recibir este tratamiento?
R. Por así decirlo son dispositivos que se encuentran “en el armario” por lo que la espera es mínima. Cuando le planteamos a un paciente la asistencia ventricular, traemos a un paciente que ya la tiene para que hable con él y lo conozca de primera mano y normalmente a la semana siguiente se realiza la intervención. Por otro lado, el coste ronda los 100.000 euros, que aunque parezca mucho, es bastante asequible cuando se trata de este tipo de tratamientos y el gran beneficio que supone para el paciente.
P. ¿Cuáles son los objetivos futuros que se tienen en mente para este campo?
R. Ahora se está estudiando la posibilidad de eliminar el cable que conecta la “bomba” con las baterías externas que lleva consigo el paciente. Ya hay prototipos que cargan las baterías por un sistema de inducción y además, se pueden controlar telemáticamente en función de las necesidades del paciente. También buscamos que el corazón mecánico se parezca cada vez más al nativo, intentando imitar de esta manera los requerimientos asistenciales de cada paciente. Es decir, que el corazón se adapte a las situaciones de mayor o menor ejercicio físico de la persona.
En cuanto a cifras, esperamos superar la cifra de las 70 asistencias ventriculares implantadas en nuestro país el año que viene. Poco a poco pretendemos situarnos en el top de países punteros en este tipo de intervenciones, que ahora mismo lidera EE. UU.
La entrevista termina con nuestro agradecimiento a Javier Segovia por su disposición a realizar esta entrevista en un día tan importante para él y su equipo.