María Luisa Balaguer solo participó en el Pleno de votación de este miércoles 11 de enero de 2023 diez minutos, el tiempo que llevó la votación sucesiva de presidenta y vicepresidenta.
Al saber que su opción, la que representaba ella misma y el magistrado conservador Ricardo Enríquez, apoyada por el grupo conservador -y el Partido Popular- salía derrotada, se levantó de golpe de la mesa y sin saludar -ni siquiera a las cuatro mujeres magistradas restantes (Inmaculada Montalbán, Concepción Espejel, María Luisa Segoviano y Laura Díez – abandonó el cónclave.
El Pleno siguió durante una hora más con las intervenciones del nuevo presidente, Cándido Conde-Pumpidio, la vicepresidenta Inmaculada Montalbán, el presidente en funciones Enríquez y el magistrado progresista Ramón Sáez.
Fue este último quien dio explicaciones ante el cuarteto entre lívido e incrédulo de magistrados conservadores: Enríquez, Enrique Arnaldo, Espejel y César Tolosa sobre las razones que habían llevado al grupo progresista a votar por el ticket Conde-Pumpido-Montalbán. Es decir por un ticket que incluía la presidencia y la vicepresidencia.
Señaló que su grupo estaba de acuerdo con el reparto de los dos puestos entre mayoría y minoría, es decir, de presidencia y vicepresidencia, respectivamente.
Pero que los conservadores habían tomado la decisión de rechazar el pacto. que se les propuso. Porque los progresistas propusieron al presidente en funciones que respetasen a la mayoría progresista y que se respetaría a la minoría conservadora.
Pero la derecha pretendió con el respaldo al ticket Balaguer-Enríquez conseguir la presidencia y la vicepresidencia. La maniobra consistía en aprovechar el deseo de Balaguer, que formaba parte del grupo progresista, de acceder a la presidencia. Esto es: romper la unidad de los progresistas y hacerse así con la presidencia y la vicepresidencia para su bando.
La propuesta de pacto, explicó Sáez, fue rechazada por los conservadores. El más civilizado y caballeroso fue Enríquez, el magistrado de mayor edad -79 años- quien manifestó a Sáez que no sería un obstáculo si los progresistas optaban por ocupar ambos cargos habida cuenta de que al apartarse Balaguer del grupo progresista su mayoría se había reducido a un solo voto. A sus 79 años tampoco estaba para los trotes que se avecinan.
Sáez explicó a sus nueve colegas que había que cumplir otra condición: la vicepresidenta debía ser mujer para respetar la paridad.
Todo esto que explicó Sáez no fue una improvisación.
El grupo progresista se reunió el martes antes del almuerzo. Y, antes, Sáez propuso a Balaguer el martes que fuera la candidata progresista a la vicepresidencia. Pero Balaguer rechazó la proposición. Según dijo, ella no estaba como mujer a estar por debajo de un hombre que la mandara, que eso era una maniobra de carácter machista.
La realidad: ella ya estaba embarcada en la operación del grupo conservador. Ella misma dijo a este periodista el martes por la tarde que Enríquez le había confirmado que su candidatura contaba con el apoyo de los cuatro votos conservadores, incluyendo al nuevo magistrado, César Tolosa, quien conoce a Conde-Pumpido desde hace largos años por la actuación juirisdiccional de ambos.
Balaguer se marchó de la reunión del martes sin que esta terminara porque, según dijo, tenía que dictar una conferencia esa tarde (“Interpretar la Constitución) y no podía permanecer para debatir aspectos del plan de reconstrucción del tribunal -elaborado por Conde-Pumpido, Sáez y Montalbán- y abandonó el despacho de Saéz en el TC, donde se reunieron los siete magistrados.
El grupo progresista acordó el ticket Conde-Pumpido-Montalbán.
Balaguer ya había mantenido contacto, al menos telefónico, con María Luisa Segoviano. El hecho de que Segoviano hubiera aceptado participar en la reunión de los siete progresistas ya era una indicación positiva de su integración en dicho grupo.
La conducta rupturista de Balaguer pudo haber volcado la balanza contra ella por parte de Segoviano, que mantuvo su discreción en todo momento. “No ha dicho nada”, dijo Balaguer a este periodista en su intercambio del martes por la tarde antes apuntado.
Posiblemente fuese ese comportamiento individualista quien aportó elementos de juicio a Segoviano.
Aunque no han tenido relación de amistad personal, Conde-Pumpido y Segoviano tenían su despacho en la misma planta del Tribunal Supremo y concidieron a pocos metros entre 2011, cuando Conde-Pumpido regresó de la Fiscalía General del Estado a la Sala Segunda, hasta marzo de 2027, fecha en la que fue nombrado Magistrado del TC. Ya desde la época primera de actuación de Segoviano en el ámbito judicial se cruzaron y también coincidieron en viajes al exterior.
En 2020, durante la pandemia, Segoviano solicitó a los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que apoyaran su candidatura a ser presidenta de la sala de lo Social del Tribunal Supremo. Consiguió ese respaldo para ser la primera mujer presidenta de sala del Supremo. Una de las vocales de la mayoría progresista que la apoyó fue la magistrada de la Sala Quinta de lo Militar del Supremo y vocal del CGPJ Clara Martínez de Careaga, esposa de Conde-Pumpido.
Terminado el Pleno, César Tolosa, el nuevo magistrado del TC, se acercó a Conde-Pumpido. Tolosa votó por disciplina política por Balaguer. Pero le expresó que podía contar con su total colaboración.
Ambos se conocen desde hace mucho tiempo. Se da la circunstancia de que Tolosa fue el juez instructor en Cantabria de la causa que condenó en 1991 al primer presidente de una Comunidad Autónoma: Juan Hormaechea. Conde-Pumpido confirmó en el Tribunal Supremo esa sentencia en 1994 mayoría del tribunal que condenó a Juan Hormaechea, el presidente de Cantabria en 1995.