El Papa Luna y su Luna Cumplida(Finalizo en estos días una novela sobre el papa Luna, el papa de Peñíscola, que será publicada seguramente a finales de año. A mis queridos lectores de Fuentes Informadas les adelanto Los Principios, a modo de prólogo, aprovechando la advertencia que nos ha hecho a todos los creyentes don Luis Argüello, el presidente de la Conferencia Episcopal, sobre el desconsiderado individualismo que se vive entre nosotros).
PRINCIPIOS
En el mar sobrevive lo que no se comprende: la otra mitad de lo visible. Y el hombre sobrevive de adivinar la sombra que queda en las orillas. Llevo años oyendo el chasquido del agua en la tristeza de la espuma cuando llega.
Años sintiéndome interpelado por un personaje de la historia del que ya se ha dicho casi todo. El CASI pretendo llenarlo con esta investigada novela sobre el Papa Luna, Benedicto XIII.
Papa legítimo para un resto que, aun aceptando las leyes de la Iglesia, no se
conforma con el veredicto que estigmatizó para siempre a Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor como hereje y antipapa, y que Jesucristo aceptó, nunca sabremos si de buena gana, ya que quiso dejar en manos de la Santa Madre Iglesia el poder de atar y desatar en conciencia.
…Algunos cristianos estamos convencidos que Jesucristo, en más de una ocasión, tuvo y tiene que seguir mirando hacia otro lado.
¡Ah, la conciencia!, ese molino de viento de aspas infinitas (arrullos, asombros, temblores, espigas de verano, caracoles al sol sobre la piedra de los labios perdidos… y sombras, sombras, sombras siempre y alguna luz de mariposa en aceite dejándose caer con un alivio.
¡Ah, la conciencia!, ese viejo resplandor que sujeta en la noche, eternamente, los párpados blancos de la luna.
Puede que al final de su historia Benedicto XIII se asomara a la más alta almena de su fortaleza en Peñíscola para echar definitivamente al mar las
decepciones, los enojos y las tiaras, las defensas, certidumbres y oscuridades de su larga vida.
Y se preguntara a sí mismo, en el último instante de su lucidez, en qué arcones invisibles quedarían guardados esa multitud de objetos perdidos que es la vida. Seguro estoy, por como dicen, que apareció su rostro limpio al exhumarlo años más tarde.
Que Dios le convalidaría sus afanes por mansedumbres y que por fin logró irse con la luz de la tarde, en busca de la Verdad que tanto había defendido y que no puede ser otra que el Amor hecho trizas en la hermosura del Paraíso.
Soy consciente de estar muy lejos de los hombres que admiramos. Y de los sencillos, que pasan con su asombro y su dolor debajo del brazo cada día. Estamos lejos de todo. Esta novela son algunos pasos que se unen a otros de otros que han escrito con generosidad sobre el Papa de los trece empeños. De las Trece Lunas.
Desde el siglo XXI, rodeado de poetas y fuentes, como siempre, con Dios en el delirio agradecido, comienzo a acompañar al Papa de Peñíscola en su largo viaje entre la majestad y el desprecio. Dejo que José Ángel Valente saque brillo al primer asombro de esta luna:
Arriba rompe el día.
Aguardo sólo la señal del canto.
Ahora no sé, ahora sólo espero
saber más tarde lo que he sido.
Pedro Villarejo
Curiosa historia la del Papá Luna