Hoy: 27 de diciembre de 2024
El Papa Francisco inauguró oficialmente el Jubileo Ordinario 2025 con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, un acto solemne que marcó el inicio de un año cargado de significado espiritual para la Iglesia Católica. En la misa de Nochebuena, el Pontífice invitó a los fieles a cruzar este umbral simbólico como un gesto de apertura a Cristo, con un enfático llamado a “recuperar la esperanza perdida” y combatir la indiferencia y la rutina.
Durante su homilía, el Papa reflexionó sobre las desolaciones del mundo actual, como las guerras y el sufrimiento de los más vulnerables, enfatizando que la esperanza cristiana radica en la promesa de un Dios que se hace presente en medio del dolor. “Esta tierra que sufre y gime necesita ser renovada con esperanza”, declaró, subrayando que la mediocridad y la pasividad son incompatibles con el mensaje del Evangelio.
El acto de apertura de la Puerta Santa reunió a representantes de los cinco continentes, quienes se unieron al Papa en un recorrido hacia el Altar de la Confesión, mientras miles de fieles observaban desde la Plaza de San Pedro. Este gesto marca el inicio de un periodo en el que los peregrinos podrán cruzar la Puerta Santa hasta el 6 de enero de 2026, como símbolo de conversión y renovación.
Francisco también expresó su deseo de que el Jubileo inspire un cambio profundo en el mundo: “Que este año sea un tiempo jubilar para nuestra madre tierra, para los más pobres y para quienes sufren esclavitudes antiguas y nuevas”.
Próximos eventos del Jubileo
En los días siguientes, se abrirán las Puertas Santas de otras basílicas romanas, como San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros. Además, el Papa ha dispuesto abrir una Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia el 26 de diciembre, un gesto de cercanía hacia los presos.
El programa de Navidad continuará con la bendición ‘urbi et orbi’ el 25 de diciembre, vísperas del 31 de diciembre, y la celebración de la Jornada Mundial de la Paz el 1 de enero. El Jubileo 2025 promete ser un tiempo de profunda reflexión y esperanza para los 1.200 millones de católicos en todo el mundo.