Hoy: 27 de diciembre de 2024
Siempre recuerdo que el entonces cardenal Jorge Mejía, hombre sabio y santo, me hablaba a mí, estudiante de Teología, de las “guerras olvidadas” de África. No siempre llegan a ocupar grandes espacios en los medios periodísticos, pero cosechan estragos en poblaciones ricas en recursos naturales y pobres socialmente. ¿Cuáles son algunas de las “guerras olvidadas” del 2024?
La que está alimentada por la fiebre del cobalto en el Congo Belga está haciendo desastres. La guerra continúa en Sudán, que en el fondo controla los yacimientos de oro. Y eso que los principales jefes de ambos países juraron ante el papa Francisco que harían alto al fuego.
África es un Continente olvidado. Nos interesa poco, a la hora de la verdad. Pagamos nuestra distracción hacia un continente de 1.400 millones de habitantes, la única parte del mundo que sigue siendo una fábrica de juventud, además de una extraordinaria reserva de recursos estratégicos. Se ha hecho caso omiso de la promesa de ocuparse de África en sus crisis y en su enorme potencial.
Los errores occidentales son una mezcla de desinformación, incapacidad para realizar inversiones estables que cuiden del medio ambiente, explotación de las fechorías de potencias antagónicas africanas y subestimación de todas las noticias positivas.
La actual “guerra por el oro” en Sudán es un ejemplo. El oro está en su punto más alto, como refugio contra la inflación.
Una investigación del New York Times denuncia: “Mientras Sudán arde y su población sufre hambre, se produce una fiebre del oro. La economía se ha derrumbado, el sistema sanitario se está derrumbando, la capital es un montón de escombros. Los combates han sumido a 26 millones de personas en la hambruna. Mientras tanto, la producción y el comercio de oro están en su punto más alto”.
Detrás de esta tragedia las responsabilidades miran a algunas potencias. La mina de oro más grande es propiedad de los Emiratos Árabes. Las autoridades sudanesas gastan las regalías comprando armas de China e Irán. Rusia ofrece más armas a cambio de acceso naval al Mar Rojo y derechos mineros.
La “guerra del cobalto y el coltán” es otro caso que merece el análisis. Estos minerales están en las baterías de nuestros celulares y coches eléctricos.
El cardenal Ambongo de Kinshasa, presidente de la Conferencia Episcopal Africana, denuncia “las multinacionales que explotan las riquezas minerales del Congo, generando guerra y violencia”. La mayoría de las minas del Congo, el 76% del cobalto del mundo, están bajo control de China. Beijing ha endeudado a la mayoría de los países locales -incluida Angola, que debe a los chinos hasta 42 mil millones de dólares.
Hay, pese a todo, buenas noticias. La última encuesta del Afrobarómetro revela que el 80% de los africanos tienen clara preferencia por la democracia. En el norte de África, hay un fuerte crecimiento de la inversión en energías renovables. Argelia multiplicará por siete su capacidad solar de aquí a 2025. Marruecos está a la vanguardia. En Túnez, la transición energética suele ir acompañada de empresas italianas.
“La guerra es una derrota para la política”, dice el papa Francisco. Es una advertencia para comprender las “guerras olvidadas”, luchar contra la indiferencia y hacer todo lo posible para extinguir sus causas.
*Por su interés reproducimos este artículo firmado por José Juan García y publicado en Diario de Cuyo