Hoy: 28 de noviembre de 2024
Acaba de morir con 94 años. Por testigos inmediatos he sabido que fue uno de los mejores catedráticos de eclesiología que impartió conocimiento concreto en la Facultad de Cartuja: sus alumnos, incluso con fiebre, iban a clase porque no podían perderse las evangélicas propuestas del profesor. Sus superiores, y algunos más, lo tenían sentenciado por entender que se columpiaba peligrosamente en la raya de la ortodoxia.
Los jóvenes que entonces vivíamos en Granada, y que íbamos a misa para rezar y aprender, conocíamos el horario en que el padre Castillo celebraba en los jesuitas de la Gran Vía. Esa mañana predicó desde una cita de Isaías alumbrada en el capítulo 4 del evangelio de San Lucas: “He venido para dar luz a los ciegos, libertad a los cautivos y oprimidos”… En el año 74, el celebrante Castillo subrayó en su homilía que si en España no había libertad, Dios no estaba… Una pareja de la guardia civil fue a la sacristía para llevárselo a declarar.
Sin Dios no hay libertad. Y sin libertad no hay Dios. El que tenga cabeza para entender, que entienda.