Hoy: 23 de noviembre de 2024
“Queridos hermanos obispos, queridos sacerdotes y diáconos, consagradas, consagrados y seminaristas, queridos agentes pastorales, hermanos y hermanas: Boa tarde!”. Así inició el Papa Francisco la primera de las múltiples homilías que deberá presidir durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Lisboa 2023.
Más de un millón de jóvenes, provenientes de más de 200 países, esperaban impacientes la llegada del Sumo Pontífice para encontrarse en la que promete ser una jornada extenuante y llena de fe para todos los asistentes. Se prevé que el Papa celebre al menos 11 discursos y más de 20 reuniones con representantes del clero y la feligresía lusitana.
El Papa, en su amor por la iglesia y en su infinito afán por hacernos sentir su enorme sentido de justicia, ha reconocido errores y ha castigado la indiferencia con la que se ha tratado a víctimas de abusos.
Las palabras de “Francisco” han sido reconfortantes, buscan aliviar tristezas y dolores, además de fijar su posición acerca de los “errores” que a lo largo de los años han sido denunciados y en muchos casos silenciados. Sin embargo, ha llamado a no cansarnos, a no tener miedo, a seguir remando mar adentro y a afirmar la fe. “A nosotros, como Iglesia, se nos ha confiado la tarea de sumergirnos en las aguas de este mar echando la red del Evangelio”. “No le tengan miedo, así es la vida, caer y recomenzar, aburrirse y recibir de nuevo la alegría, recibir esa mano de Jesús.”.
La comisión contratada por la iglesia portuguesa, responsable de las investigaciones relacionadas con abusos cometidos desde la década de 1950, ha dicho que al menos 4.815 niñas y niños pudieron ser víctimas de abusos.
Ante estos resultados, la iglesia lusitana debió reconocer las consecuencias y separar de sus cargos a los autores de dichos abusos, así como iniciar un proceso de compensación a las víctimas. Ha pedido que las víctimas sean acogidas y tratadas con el mayor de los respetos, que sean incluidas y que se busquen caminos de reconciliación para que la fe no desaparezca de sus corazones.
Los protagonistas son los jóvenes, quienes se unen en un grito unísono de esperanza, perdón y reconciliación. No han llegado a gritar de rabia, llegaron para marcar un camino verdadero de reconstrucción de la esperanza y la fe en el evangelio.
Sus palabras de unión: “Es preocupante cuando se lee que en tantos lugares se invierten continuamente fondos en armas en lugar de hacerlo en el futuro de sus hijos. Sueño con una Europa, corazón de Occidente, que ponga su ingenio al servicio de apagar focos de guerra y encender luces de esperanza; una Europa que sepa reencontrar su alma joven, soñando con la grandeza del conjunto y yendo más allá de las necesidades de lo inmediato; una Europa que incluya a los pueblos y a las personas, sin perseguir teorías y colonizaciones ideológicas”.
En la iglesia cabemos todos, “justos y pecadores, buenos y malos, todos, todos, todos. Y después, que el Señor nos ayude a arreglar ese asunto”. Un mensaje claro para quienes de alguna manera se castigan creyendo que no caben en una Iglesia que, aunque golpeada por errores, lucha por ser genuina y alegre.
“Que San Antonio interceda por ustedes y les alcance la alegría de una nueva pesca milagrosa. Después me cuentan. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí”.