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El llamear de la llama

San Juan de la Cruz.| Fuente: Wikipedia

En tan sólo quince días y, “con hartos trabajos” escribió San Juan de la Cruz La Llama de Amor Viva. En el convento de Los Mártires, frente a la Alhambra, únicamente se escuchaba un sonido de pájaros y nieves y un goteo de llantos en el agua que baja todas las tardes a Granada.

Quedan de su mano los restos de un palomar, en el monasterio de Las Descalzas, adonde el santo subía para ver las otras esquinas de la maravilla.

A fray Juan se le acabó la palabra para expresar cómo sufría y gozaba el fuego de La Llama. No pudo seguir escribiendo porque las nieves soleadas quemaron en ese instante su palabra. Le alcanzó lo sublime y el pecho del amor se le quedó temblando en otros paraísos: Dios nos sobrepasa.

Viernes Santo: la muerte no acaba con la vida, sólo nos ayuda a mejorar las palabras y a cambiar de postura.

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