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El juicio

Barco velero. | Fuente: PxHere

Se van los barcos, pasan los tiempos, nos moriremos un día y los pájaros seguirán cantando. Cualquier estremecimiento dura un instante… Así se suceden los árboles y las costumbres, mientras siguen eternos e imprescindibles en el Sinaí los Mandamientos.

No es un juicio de afuera el que nos viene si no los cumplimos. El veredicto llega del propio corazón que se duele al no haber acertado con el equilibrio que los mandamientos ofrecen. El juicio de Dios sobre el hombre es una sentencia de exagerado amor a su modo, que sólo corrige y como padre educa. La condena es de uno mismo, viendo cómo la felicidad se la lleva el río sin que vayamos en las aguas. Cristo nunca censura, en todo caso se lleva nuestra sombra.

Como Noé, construyamos una barca grande que nos aleje de los miedos y nos salve de las indiferencias.

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