Ocurre cuando pretenden enmudecer las palabras con el poder mortífero de las balas. Por desgracia, los españoles padecimos, y no hace tantos años,
cómo las balas callaron las voces de personas que opinaban diferente a los principios de los asesinos. Vimos y sufrimos la sangre en el asfalto, fueron aquellos años que denominaron algunos Los años del plomo.
Un triste recuerdo para todos los españoles, y más los que vivíamos en el País Vasco. Los entonces jóvenes veíamos funerales en la televisión muy a menudo y aún continúa en muchos recuerdos olfativos ese olor a sangre mezclada con miedo que se vivió en Ermua.
Hoy ha sido asesinado alguien que solo hablaba libremente de lo que para él no era apropiado para la supervivencia en comunidad, y solo por defenderlo exponiéndose, recibió un tiro en el cuello que lo mató para que no hablase más de lo que a otros molestaba.
Callar con balas es de cobardes que son incapaces de saber gestionar, y lo único que consiguen son venganzas tapadas. Sabemos que el mundo está revuelto, pero el derramamiento de sangre llena las fosas con muertos que fueron enmudecidos por aquellos que tenían miedo al diálogo libre y no al dirigido.
¿Por qué en un país, que se supone libre, quien no esté acorde con lo que pretenden convertir en dogma, lo matan?
Matar la voz con balas no es defenderse, es ser un asesino, no un libertador de conciencias, pues su ejemplo solo significa ese odio ramificado en su ser. Respetar a quien no piense igual que tú te hará libre.
Matar al ruiseñor es de cobardes, la palabra contra las balas te puede convertir en víctima de algún fanático.
Más víctimas no, por favor. Tenemos a nuestra disposición un mundo para disfrutarlo, no para destruirlo.
Jamás será un héroe quien atente contra la vida de otro, y se convertirá en ejecutor, y solo pasará a la historia como el que mató a sangre fría a alguien que pensaba diferente a él.
Pidamos el diálogo libre entre las personas para que los pueblos puedan vivir en paz y concordia. Matar al adversario no es de valientes, es ser un débil mental sin dominio de la razón ni el verbo.
Ante su falta de poder por no saber gestionarlo en su mente, solo le queda como solución apretar ese maldito gatillo.
Estamos en el siglo veintiuno y la vida es demasiado importante como para aniquilarla por convicciones políticas. Darle a un descerebrado sin cultura un arma y un eslogan lo llevará a sus últimas consecuencias.
Muchos cuidado con esas consignas… ya sabemos todos a donde nos pueden conducir.
¡Libertad para el mundo!
No existe justificación alguna ante el asesinato solo por no pensar igual.
Matar las ideas con las balas es de cobardes.