El caos del cliente mala paga

14 de septiembre de 2025
7 minutos de lectura

«La Abogacía es una profesión que abraza la buena fe. Pero la malicia de algunos clientes,  ha hecho que este principio se desplace en una conducta que va más allá de la simple irresponsabilidad»

  1. Minimización del caso y el trabajo. El cliente minimiza la complejidad del problema o el tiempo que tomó resolverlo, ignorando el conocimiento y la experiencia requeridos. Argumenta que el caso era muy sencillo o que no se tardó nada en resolverlo, por lo que se niega a justificar el monto de los honorarios debidos.
  2. Actitud de superioridad y desconocimiento. El cliente se cree un experto en la materia. Se iguala al abogado, lo trata como un subordinado y le da instrucciones. Cree que sabe más que el profesional, pero no pudo resolver su propio problema.
  3. Comparación y búsqueda de opiniones externas. El cliente compara su situación con la de conocidos o consulta con otros abogados para poner en duda el trabajo del profesional, con el fin de justificar por qué no debe pagar.
  4. El cliente que afrenta la cultura del abogado. El cliente no solo ignora, sino que pretende desconocer la cultura del abogado, como una afrenta directa. No valora las horas de estudio, la preparación, el aporte cognitivo, el costo de los traslados y el esfuerzo de construir una red de contactos profesionales que el abogado invirtió en el caso.
  5. Falsos juramentos y mentiras. El cliente jura por sus seres queridos haber pagado o miente para confundir los hechos, mezclando pagos parciales de otros asuntos para argumentar que ya ha saldado su deuda.
  6. La manipulación de la amistad y la confianza. El cliente usa la supuesta amistad o la confianza forzada como una excusa para que el abogado asuma todos los gastos y no cobre sus honorarios, convirtiendo la deuda en un «favor».
  7. El argumento de la «pobreza» a pesar de la evidencia. El cliente dice no tener dinero, a pesar de que su estilo de vida o las redes sociales demuestran lo contrario. Se victimiza y utiliza expresiones como «¿quieres que vendamos la casa?» para hacer sentir culpable al abogado. Siendo que es un asunto que le compete exclusivamente al cliente, pues es su problema y es el interesado que debe buscar recursos para solucionarlo.
  8. El argumento de la falta de apoyo familiar. El cliente se excusa en que su familia no lo ayuda a pagar la deuda, aunque se les vea con solvencia económica, para justificar su irresponsabilidad.
  9. Uso de obsequios o favores insignificantes. El cliente intenta saldar su deuda profesional con un pequeño favor personal o un obsequio, desvalorizando el trabajo del abogado.
  10. Intimidación y amenazas. El cliente recurre a la intimidación indirecta, utilizando a familiares con reputación de ser peligrosos para disuadir al abogado de cobrar. También amenaza con revelar secretos del caso o interponer denuncias falsas.
  11. Evasión y bloqueo. El cliente simplemente «desaparece» y bloquea al abogado de todas las formas posibles, evitando cualquier tipo de comunicación para no tener que enfrentarse a su responsabilidad.
  12. El cliente que tasa los honorarios. El cliente ignora cualquier acuerdo previo y, con una actitud de falsa humildad, le dice al abogado: «Yo no te voy a decir cuánto vas a cobrar, porque eso lo sabes tú», pero inmediatamente después, impone un límite. De esta forma, le pone un techo al pago que él decida dar, sin importar la dificultad del caso o el valor real del trabajo del abogado.
  13. Convenios a espaldas del abogado. El cliente aprovecha el trabajo del abogado para llegar a un acuerdo con la contraparte por su cuenta, para evitar pagar los honorarios.
  14. El cliente que se cree un premio o favor. A pesar de haber necesitado ayuda legal, el cliente cree que el abogado debe sentirse «agradecido» por el simple hecho de haberle dado un caso.
  15. La falta de gratitud y actitud de obligación. El cliente no agradece el trabajo del abogado, no importa si el resultado es excelente. Cree que el abogado está obligado a trabajarle eficientemente y gratis.
  16. La ignorancia de los plazos procesales. El cliente desconoce los tiempos de la justicia y exige una solución inmediata. Cuando no la obtiene, usa la «demora» como excusa para no pagar.
  17. El cliente que usa la deuda como un «regalo». El cliente se refiere a los pagos como una «dádiva» o un «obsequio», negando que es una obligación.
  18. El cliente que se aprovecha de un contrato verbal. El cliente se niega a pagar basándose en la falta de un contrato escrito, ignorando la validez de los acuerdos verbales y el contrato de honor.
  19. El cliente que utiliza a familiares delincuentes. El cliente utiliza la reputación de sus familiares para intimidar al abogado y disuadirlo de cobrar.
  20. El cliente que se victimiza. El cliente culpa al abogado por su situación económica, como si el problema legal fuera culpa del profesional y no del cliente.
  21. El cliente que se enoja para no pagar. El cliente se hace el «enemigo» para no pagar, creando un conflicto intencional para que el abogado se aleje y desista de cobrar.
  22. La ostentación como excusa de la pobreza. El cliente tiene bienes o un estilo de vida que demuestran su solvencia económica, pero se niega a vender algo para saldar la deuda, prefiriendo mostrar su riqueza mientras dice no tener dinero.
  23. El cliente que quiere regañar en público al abogado. El cliente busca un escenario público para humillar al abogado, regañarlo o demostrar que él es el que «manda».
  24. El cliente que ignora al abogado. Una vez que el asunto está resuelto y el cliente debe dinero, actúa como si el abogado fuera invisible. Lo ignora en persona y lo trata con indiferencia.
  25. El cliente que involucra al abogado en asuntos sucios. El cliente intenta que el abogado participe en actividades ilícitas para luego usar esa información como chantaje y así no pagar.
  26. El cliente que subestima la inteligencia del abogado. El cliente se cree más listo que el abogado, pensando que puede engañarlo o manipularlo fácilmente.
  27. El cliente que pretende rebajar al abogado. Con comentarios o acciones, intenta hacer sentir al abogado como «cualquier cosa», para que no se sienta muy especial y no cobre lo que su trabajo vale.
  28. El cliente que se atribuye la victoria en el caso. El cliente culpable y fue absuelto, le esgrime al abogado: «Yo soy inocente, siempre iba a salir en libertad». Con esto, desconoce que la sentencia favorable se logró gracias al profesional.
  29. El cliente que usa al abogado como transporte o mensajero. El cliente le pide al abogado que lo lleve o lo traiga, o que le haga encargos, desvalorizando el tiempo y la labor profesional.
  30. El cliente que se aprovecha de la dignidad del abogado. El cliente se aprovecha de la actitud no arrogante ni presumida del abogado, provocándolo para que se aleje y dé por perdida la deuda.
  31. El cliente que quiere un «gladiador» pero no paga. El cliente exige un abogado inteligente y victorioso para su caso, pero no le provee ni siquiera los gastos básicos y las expensas necesarias para llevar el proceso.
  32. El cliente que busca involucrar al abogado en malos hábitos. El cliente intenta romper los límites profesionales al buscar que el abogado se inmiscuya en sus malas costumbres o en situaciones antihigiénicas. Con este acto, el cliente pretende comprometer al profesional y crear una situación que pueda usar como chantaje para evitar el pago de honorarios.
  33. El cliente cuya deslealtad es un comportamiento familiar. El cliente proviene de un entorno en el que la deshonestidad es una conducta aprendida y heredada. Su familia se muestra con una sonrisa y un aparente buen trato, pero es una fachada para evadir sus obligaciones. Cree que su comportamiento desleal de no pagar está justificado y que tienen derecho a salirse con la suya, incluso cuando no tienen la razón.
  34. El cliente que, por su naturaleza, no respeta la lealtad profesional. El cliente actúa y piensa como un delincuente porque ha cometido delitos, independientemente de que sea defendido en un proceso penal, civil o administrativo. En estos casos, el abogado pasa por alto que, por la naturaleza de su cliente, es altamente probable que este le quede mal y no le pague los honorarios. La falta de lealtad es parte inherente de la conducta delincuencial del cliente y el abogado no debe esperar una actitud diferente de un delincuente.
  35. El cliente que niega sus compromisos verbales. Durante la etapa inicial de confianza, el cliente se compromete a pagar o a realizar ciertas acciones. Sin embargo, una vez que el compromiso está hecho, lo niega rotundamente, exigiendo al abogado una prueba escrita con frases como: «Eso es falso, ¿dónde consta que yo dije eso?» o «¿Por qué ofrecí eso?». Esta actitud demuestra una falta de honestidad y aprovecha la ausencia de un contrato formal para eludir sus obligaciones.
  36. El cliente que paga con lisonja. El cliente adula y lisonjea al abogado con palabras y elogios, pero no lo hace con el pago. Utiliza la adulación para «insuflar» al profesional, buscando evitar su obligación económica. No salda la deuda en la forma y modo en que se comprometió, ya que su estrategia es la manipulación.
  37. El cliente que se «esconde» del abogado después de la victoria. El cliente, que ahora disfruta de la victoria legal, se comporta como un fantasma con el abogado que le ayudó a ganar. Se desaparece, evita las llamadas, las visitas y cualquier tipo de contacto, para no pagar los honorarios por los servicios prestados.
  38. El cliente que hace uso de valimiento. El cliente alardea de sus supuestas amistades y conexiones con jueces, generales o personas influyentes. Se jacta de ello, y luego le restriega al abogado que otros pudieron haber resuelto el asunto en vez de él.
  39. El cliente que busca debilitar al abogado. El cliente entabla conversaciones inusuales y extrañas con el único fin de encontrar una debilidad, una mentira o una contradicción en el discurso del abogado. Su objetivo es usar esa información para socavar la posición del profesional y, con ello, evitar el pago de honorarios.
  40. El cliente que se comporta de manera majadera. El cliente adopta una actitud grosera, irrespetuosa e impertinente. Utiliza este comportamiento para desgastar al profesional, con el objetivo de que el abogado, por cansancio, desista de cobrar sus honorarios.
  41. El cliente que nombra a abogados de prestigio para devaluar el trabajo. El cliente le dice al abogado: «Yo conozco a muchos abogados como fulano y mengano» (nombrando a profesionales de gran prestigio que nunca podría pagar) «pero te preferí a ti porque te pago cualquier cosa». Con este comentario, busca devaluar al profesional, insinuando que sus servicios son de menor calidad y por tanto deben ser  más económicos.
  42. La ironía del cliente que es colega. Es la más grande de las ironías y un acto de total deslealtad: cuando el cliente es un abogado que exhibe los mismos comportamientos descritos en este artículo. A pesar de conocer las reglas, los plazos y la ética profesional, utiliza su propio conocimiento para evadir el pago, faltando al principio de honor y respeto que rige la profesión. Su conducta representa la traición máxima a la solidaridad gremial.

«El Abogado mantendrá con sus clientes relaciones estrictamente profesionales, sin que en ningún caso deban entrar en la familiaridad, la confianza y el exceso de fe en estos»

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