Hoy: 23 de noviembre de 2024
Tiene 92 años y conoce muy bien a los rusos. Arkady Perchenko se alistó con 11 años en el ejército soviético y luchó contra los nazis, después de que le separasen de su familia, que era judía, y que esta fuese perseguida.
En una entrevista con la BBC, este hombre que ha huido de Ucrania después de casi ocho décadas viviendo allí -desde, precisamente, el final de la Segunda Guerra Mundial-, no sabe qué responder cuando le piden un mensaje para los rusos: «No tengo palabras».
Arkady recuerda a la perfección aquel 24 de febrero. «Oí los proyectiles, y supe que estábamos en guerra, incluso cuando [los rusos] dijeron que no lo iban a hacer. Las sirenas sonaron toda la noche, los proyectiles volaban de un lado para otro y había mucho humo por las bombas. Daba miedo», afirma.
Su veteranía en conflictos bélicos le hizo saber cuál era la mejor opción: escapar. «No tuve tiempo de llevarme nada. Me fui a las seis de la madrugada llevando como único calzado mis zapatillas de estar en casa. Cerré la puerta, apagué las luces, y eso fue todo». Ahora vive con su hija en Israel, donde está a salvo.
Es la segunda vez que huye de la guerra. La primera fue con 11 años, siendo un niño judío que fue separado de su familia y escapó de la Alemania de Hitler. Pese a su juventud, se unió entonces a la resistencia, luchando contra los nazis como miembro del Ejército Rojo de la Unión Soviética.A Arkady no se le olvida la crueldad de los nazis, que ahora imitan aquellos junto a quienes luchó.
«Tenía el mismo arma automática que los demás, y a mis espaldas cargaba con una mochila con minas y granadas, por si acaso. Colaboré en las operaciones con todos los soldados adultos, como uno más», recuerda. Los nazis «disparaban a los judíos, y recibían un bonus por cada uno al que matasen». Antes de unirse a los soviéticos, vivió durante un mes en un sótano que los alemanes registraron dos veces, pero no le encontraron.
No se le olvida la crueldad de aquel entonces, que ahora se repite en Ucrania, con la escalofriante ironía de que con quienes luchó son los que ahora le atacan. Arkady reconoce que no podría haber imaginado que tendría que huir de los rusos y le enfada que Rusia se haya excusado en una supuesta «desnazificación» para justificar la invasión. «Ucrania es un país tranquilo y pacífico. Aquí no hay fascistas», sentencia.
Para él, el 9 de mayo – el Día de la Victoria, en el que Rusia celebra su triunfo sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial- es una jornada difícil, pero este año es «trágica»: «El desfile siempre es festivo, ¿cómo pueden celebrarlo cuando todo está en llamas?».