El destierro imposible

16 de abril de 2025
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San Juan de la Cruz. | Fuente: InfoVaticana

Nada más levantarse iba a la fuente sólo para ver si el agua seguía manando en ella. Luego, transitaba por sus obligaciones con el pensamiento humedecido, tierno, hasta que un emisario le comunicó casi al oído:

-Padre Juan, tiene que irse a Méjico, porque dicen algunos que aquí no le viene bien a su inquietud tanto sosiego como ofrecen las zarzas, los olivos y el lento sonido de los arroyos… Vuestra Reverencia está acostumbrado al gobierno de los fuegos, a domesticar las voluntades y aquí, en La Peñuela, todo parece cumplido. Vuestra Reverencia es joven aún y el Carmelo le pide más tareas…

Con buenas maneras le estaban echando los suyos porque su amor estorbaba. Pero la insistencia de unas calenturas exigieron el remedio de la medicina. En Úbeda había buenos médicos y allí se fue hasta que un decidido escalofrío dejó a fray Juan de la Cruz sin vida y con todo el amor en la última mirada… Los que pretendieron su destierro no se salieron con la suya. La fuente que mana y corre seguía manando entre los riscos de la piedra. Él ya estaba ausente. Y no lo parecía.

Pedro Villarejo

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