Nada de lo que está ocurriendo y de lo que sucederá en las próximas semanas en el Vaticano y en la Iglesia católica tiene que ver con la improvisación o el azar. Todo responde a un protocolo pormenorizado en el que sigue paso a paso cada secuencia desde la muerte de un Papa a la designación de otro, aunque es verdad que en esta ocasión y por la personalidad de Francisco habrá cambios que tienen que ver con su entierro -no será en el Vaticano- y con el propio funeral, mucho más sencillo y austero.
El Papa Francisco dejó por escrito cómo quería que fuera su funeral y pidió un funeral más sencillo que otras veces y sin el boato de otras veces. En noviembre del año pasado actualizó lo que establece la Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el libro litúrgico que guía los funerales de los papas, establecido por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, firmada en 1996 por el papa Juan Pablo II.
En este documento el Papa Francisco simplifica los funerales pontificios parfa que sean los de un pastor, no el de un hombre con poder, y para ello decidió simplificar la celebración de las exequias del obispo de Roma para hacerlo más sencillo y menos recargado, aunque se mantienen las clásicas tres estaciones: en casa del difunto, en la basílica vaticana y en el lugar de sepultura.
Lo primero que ha ocurrido, este mismo lunes a las 20:00 horas, ha sido la constatación de la muerte del pontífice en su capilla privada, en lugar de en la habitación. El cuerpo se colocó después en un único ataúd de madera con el interior de zinc, antes de ser trasladado directamente a la basílica. Ya no se utilizan tres ataúdes como se ha hecho hasta ahora por tradición: uno de ciprés, un segundo de plomo y un tercero de roble o de otra de madera como el olmo o el pino.
En ocasiones anteriores el cuerpo del Papa se trasladaba a la capilla del Palacio Apostólico, ya que allí residía el pontífice, pero Francisco ha residido por voluntad propia en la residencia de la Casa Santa Marta, por lo que se ha eliminado este paso.
Otro cambio importante en esta ocasión es que el cuerpo del Papa Francisco se expondrá directamente en la Basílica de San Pedro en un féretro abierto, pero no en un catafalco —una especie de armazón cubierto con una tela negra que representa un sepulcro— como se venía haciendo hasta ahora. Tampoco se colocará el báculo papal junto al féretro durante esta exposición, según una información de RTVE.
Este funeral y la última oportunidad para que los fieles se puedan despedir del Santo Padre será mañana miércoles 23, durante tres días. Es probable que el funeral se celebre el lunes 28, por lo que se apunta en medios italianos.
El féretro se cerrará la víspera de la misa exequial. Los textos de la ceremonia de exequias son los mismos que hay en el misal utilizado para el resto de los fieles cristianos. La pretensión del Papa Francisco es que el funeral papal se parezca más al de los obispos.
Sobre el velatorio, a Francisco le parecía excesivo que se hicieran dos velatorios, y en su última voluntad quiere que solo se haga uno, con el cuerpo ya en el ataúd. Se elimina así la tradición de hacer un velatorio privado para altos cargos de la curia, que, en otras ocasiones, se llevaba a cabo antes de la exposición pública, añade la misma crónica.
Según dicta el tomo Ritual Romano, el rito litúrgico a llevar a cabo para el funeral de un papa conlleva un luto oficial de nueve días. El cuerpo no será enterrado nunca antes de cuatro días ni más allá de seis días después del fallecimiento.
Entre las principales novedades con respecto a otros funerales papales se encuentra la petición del pontífice de ser enterrado en un lugar distinto a la basílica de San Pedro, donde están numerosos papas, como Juan Pablo II.
Bergoglio dijo en una entrevista y lo dejó por escrito su deseo de ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, que custodia el icono Salus Populi Romani, del que era muy devoto. Allí ya se encuentran las tumbas de otros dos papas: Clemente VIII (fallecido en 1605) y Pablo V (1621).
El cardenal camarlengo, el estadounidense de origen irlandés Kevin Joseph Farrell, va a ser uno de los nombres que más se escucharán en los próximos días. Él ha sido el encargado de anunciar al mundo la muerte de Francisco y él será la voz autorizada del Vaticano hasta que se nombre sucesor de San Pedro, aunque en el Vaticano la tradición dice que solo se encargarán de los asuntos ordinarios o inaplazables, así como también de la preparación de lo necesario para la elección del nuevo Papa mediante un cónclave. De hecho, durante el tiempo que se encarga el Colegio Cardenalicio de gestionar el Vaticano, el criterio general es el de nihil innovetur, esto es, que no se innove nada.
que el señor lo tenga en su santa gloria descanse en paz y que brille la luz perpetua
que descanse en paz Francisco, el papa de los pobres.