Hoy: 23 de noviembre de 2024
Nunca sentí estímulo alguno por estudiar leyes. Es más, cuando no pude evitar en la facultad la asignatura de derecho, me llamó el profesor para interesarse por mi debilidad y hacerme ver que, si yo me esforzaba convenientemente, él colaboraría. Así fue como obtuve el único cinco que tintinea en mi curriculum como un asta quebrada. Al final, hice un año de especialización que me sirvió, sobre todo, para seguir amando a quienes estudiaba.
Este preámbulo es para justificar mi suprema ignorancia legislativa, pero nunca me dejó de alumbrar el sentido común que me permite hoy denunciar la desproporción que existe entre los delitos, su aplicación y el abuso de autoridad con que se piden años de cárcel como el que ofrece cerezas enredadas.
Soy testigo de que un fiscal pidió para una probable revelación de secretos ochenta y cinco años de cárcel para luego quedarse en ocho meses. A una señora de 75 edades, por rezar frente a un paritorio, le han caído 2 años de cárcel… Yo nunca creí que rezar fuese tan malo.
No es lo mismo matar a alguien que ocultar dinero para que el Estado no se entere. Pero en España todo depende.