Hoy: 21 de noviembre de 2024
Según una investigación llevada a cabo en varias universidades suecas, la procrastinación, o mejor conocida como “dejar todo para el último día”, puede promover la aparición de problemas de salud. De esta práctica tan común entre los estudiantes no suelen derivar solo consecuencias en la salud mental, sino también en la salud física, incluso hasta nueve meses después.
Los resultados de la investigación, publicados en la revista científica JAMA Network Open, han puesto de manifiesto los hábitos de estudio más comunes en una muestra de más de 3.500 estudiantes, en tres momentos diferentes, con el fin de evaluar si la procrastinación estaba asociada a peores datos de salud.
El arte de esperar hasta el último momento para completar una tarea es una “epidemia educativa” entre los universitarios, según sugiere el estudio. Al menos la mitad de los estudiantes posponen sus tareas para el último minuto, de acuerdo a los resultados.
Además, este estudio llega para desmentir una teoría que surgía de investigaciones anteriores, que sugería que “los pronosticadores experimentados controlan mejor su tiempo“.
Los autores son tajantes y describen la procrastinación como “una forma de fracaso autorregulador vinculado a rasgos de personalidad como la impulsividad, la distracción y la baja concienciación”, e incluso puede influir en el éxito académico.
“Los estudiantes que cursan estudios universitarios tienen altos niveles de libertad y poca estructura, lo que impone altas exigencias a su capacidad de autorregulación“, han concluido los autores del estudio, quienes añaden que esas altas exigencias pueden crear un efecto ‘bola de nieve’ en las personas propensas a la procrastinación.
Los investigadores realizaron encuestas a través de Internet en tres momentos distintos del curso escolar, incluido el último mes. Los investigadores consideraron que ese periodo era “adecuado para que la procrastinación manifestara sus posibles asociaciones con distintos resultados de salud”.
En el estudio, los científicos descubrieron que, aunque débiles, existían vínculos entre la procrastinación y una mala salud mental, física y financiera. En definitiva, los investigadores instaron a los estudiantes a dejar de dar largas a sus tareas escolares. “Teniendo en cuenta que la procrastinación es frecuente entre los estudiantes universitarios, estos hallazgos pueden ser importantes para mejorar la comprensión de la salud de los estudiantes”, han destacado.
Tal y como relata para SMC España, el director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona y profesor en la Universidad de Barcelona, Eduard Vieta, ha resaltado que los resultados del estudio “no son sorprendentes”.
“El artículo tiene cierto interés, aunque los resultados no son particularmente novedosos. El estudio es correcto metodológicamente e indica que aquellos estudiantes que refieren niveles altos de procrastinación (es decir, los que no practican eso de ‘no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy‘) acaban, con el tiempo, refiriendo mayores problemas de salud mental de la esfera de la depresión, ansiedad, y somatizaciones“, ha señalado.
El experto ha resaltado que los resultados apuntan a que la identificación de conductas de procrastinación “permitiría identificar precozmente algunos problemas de salud mental”. “Es lo mismo que ocurre con el insomnio, por ejemplo, que se sabe que es un predictor de mala salud mental presente y futura, aunque algo inespecífico”, ha añadido al respecto.