Casi todo se ha escrito ya sobre la persona y el personaje, la cultura, los libros y los premios del insigne Antonio Gala, al que su ama de cría se opuso a que le bautizaran Martín, para que no fuese llamado Martín-Gala, es decir, astuto y engañador, reflejos de nombre que nunca le hubiesen pertenecido.
Antonio Gala ha sido, sobre todo, un poeta que decidió ser andaluz, después de que escuchara en Córdoba el largo discurso del Arcángel Rafael, multiplicado en cielos y en columnas. Poeta es quien sabe ponerle alas a la verdad, aunque la suya no fuese del todo la verdadera.
Un bastón en lugar de crucifijo sobre su ataúd. El bastón sólo nos ayuda a caminar; el crucifijo, nos adelanta el Paraíso… Envíanos, si puedes, don Antonio, lo que en él escribas.