Hoy: 23 de noviembre de 2024
La segunda edición de la Copa del Rey se celebró en 1904. Ese año, el torneo comprendía cinco participantes. El vigente campeón, el Athletic de Bilbao, y otros cuatro madrileños, los anfitriones: el Madrid-Moderno (el actual Real Madrid), el Español, el Moncloa y el Iberia. El Campo del Retiro, dentro del parque homónimo, albergó algunos partidos. Sin embargo, todos ellos fueron en vano. Irónicamente, el que no estuvo en ninguno de ellos, se llevó el título.
Eran los comienzos del fútbol español. Por aquel entonces, los torneos se jugaban, sobre todo, a nivel regional. En su infancia, la Copa del Rey era el campeonato estrella. Todavía faltaban más de 20 años para la que la Liga echara a rodar y más de 50 para el nacimiento de la Copa de Europa, la actual Champions League.
Curiosamente, los equipos decidían si participar o no conforme a los estatutos de los torneos. Por ejemplo, el Espanyol de Barcelona decidió no participar en la Copa del Rey de 1904 debido a esta razón. En su condición de ganador del Campeonato de Cataluña, tenía que jugar contra el Athletic y un representante madrileño. Pero la inclusión del Moncloa y del Iberia, desmotivó a los “pericos”.
Los problemas empezaron en un partido entre el Español de Madrid y el Madrid-Moderno, que empataron a cinco. Discutieron sobre cómo desempatar la contienda. Al día siguiente, el primer equipo acudió a disputar un segundo encuentro, en contra de lo estipulado en las reglas, que señalaban que no podía celebrarse ningún enfrentamiento en en menos de 48 horas.
Aun así, el presidente de la Federación Madrileña (organizadora del torneo), Ceferino Avecilla, le concedió el pase a la siguiente ronda al Español. Equipo que también dirigía.
Por su parte, la final de los equipos madrileños, del que saldría el rival del Athletic, tomó otros derroteros. El Español se enfrentó al Moncloa, al que ganó 1-0. Pero ese partido se suspendió. Uno de los jugadores del equipo vencedor se lesionó.
El Español reclamó la victoria. Avecilla la aceptó, pero su condición de presidente de este equipo hizo que su voto fuera rechazado en una asamblea. Por eso, se procedió a un sorteo, que favoreció al club.
La final de la Copa del Rey ya estaba decidida. Pero al Athletic no le habían comunicado el día de la final, retrasado por las eliminatorias previas. Por tanto, se presentó en la fecha planteada inicialmente. Y al ver que el Español no acudió al campo, decidió volver a Bilbao y autoproclamarse campeón.
El Español hizo lo mismo al no estar presente el Athletic, siéndole reconocido al principio por parte de la federación el título y exigiéndoselo a los vizcaínos.
Las protestas del resto de clubes madrileños sirvió para proclamar al Athletic como el vencedor. El hecho de que los españolistas ni siquiera tuvieran asegurado su puesto en la final, con un empate y sin haber terminado otro encuentro, fue una razón de peso por la que se decidió dar el título a los vascos. Además de que estos fueran los vigentes campeones.