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Con la nariz tapada

Logo de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). | EP

La afición al fútbol fue cosa de mi padre, que era buen jugador de pueblo, mi hermano más tarde, y nos sorprendía con las filigranas que recordaba de Di Stéfano, mientras Matías Prats declamaba los pases y los goles en la radio con el entusiasmo del que entiende.

Ver los partidos en televisión es una forma de entretener el tiempo hasta que llegue la felicidad y entonces no se precise otra redondez que el hechizo del pensamiento. Por eso este año estaba dispuesto a solicitar un bono de esos que permiten la distracción con jugadores que saben mover los pies, como Aquiles, hasta que llegan con agilidad a las redes de la portería.

Sin embargo, desde que sucedió el conflicto de los árbitros comprados, ya se sabe de antemano quién va a ganar y se me ha caído el interés por los partidos importantes. A eso, nunca mejor dicho, se le puede llamar una arbitrariedad delictiva… Pero ellos esperan al invierno, con otros jueces.

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