Estrategias de las guerras militar y comercial

11 de abril de 2025
3 minutos de lectura
Estrategias comerciales |Pexels

FERNANDO OJEDA LLANES

Hemos estado inmersos en las publicaciones que han circulado con respecto a que la imposición de aranceles por los Estados Unidos a sus importaciones de todo el mundo nos llevará a una guerra comercial.

Si hablamos de guerra, estamos viviendo las noticias de la de Ucrania con Rusia y de Israel con los grupos terroristas de Palestina y una serie de intervenciones militares en diferentes partes del mundo —que no son comerciales—.

Llevemos esto a un punto de vista más positivo y alejémonos de las tragedias para que nos enfoquemos a cómo utilizar las técnicas o estrategias de la guerra para aplicarlas en nuestras empresas y olvidarnos de los enfrentamientos desafortunados y llenos de terror que sufre el mundo entero.

La estrategia, en cualquier negocio, es precisamente un arte que consiste en planear y actuar para que las operaciones que se realicen alcancen su respectivo objetivo.

A primera vista, las estrategias militares y comerciales pueden percibirse como muy diferentes, pero si las analizamos con cuidado, se comparten actos que tienen un cercano parecido tanto en la planeación como en la ejecución.

En los párrafos siguientes veamos qué similitudes y diferencias vislumbramos de estas dos formas de estrategia y cómo las militares se pueden aplicar a las comerciales.

Objetivos: en ambos casos, identificar los objetivos con toda claridad y que sean alcanzables es vital para lograr el éxito.

En la estrategia militar, el objetivo puede ser ganar una batalla, capturar un territorio o desmantelar una organización enemiga. En el ámbito comercial, los objetivos pueden incluir aumentar las ventas, expandirse a nuevos mercados o superar a la competencia.

Sin un objetivo claro, tanto los militares como los negocios carecerían de una dirección y propósito.

Planeación: una planeación bien estudiada y detallada es muy importante para las dos partes. Las estrategias militares deben tomar en cuenta factores como la geografía, los recursos, la moral de las tropas y las capacidades del enemigo.

De manera similar, los ejecutivos empresariales deben analizar el mercado, los recursos disponibles, la fuerza y talento laboral y la competencia —sin verla como enemigo—. Ambos tipos de planeación deben realizarse con anticipación y con capacidad de adaptación a cambios.

Recursos: Tanto en la guerra como en los negocios, el uso eficiente de los recursos es vital. Los comandantes militares deben maximizar el uso de sus tropas, suministros y armamento.

En el mundo comercial, los recursos incluyen capital, tiempo, personal y tecnología. La administración y gestión eficiente de estos recursos marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Información: La recolección y análisis de información son fundamentales para tomar decisiones estratégicas bien informadas.

En el campo militar, incluye la inteligencia sobre las fuerzas enemigas, sus movimientos y capacidades. En las empresas, se traduce en investigación de mercado, análisis de la competencia y datos de clientes.

La capacidad de obtener y utilizar información precisa es básica para la toma de decisiones estratégicas: estados financieros, estadísticas, encuestas y otras.

Con los ejemplos anteriores podemos percibir con toda claridad que las estrategias militares y comerciales operan en contextos y entornos muy diferentes, pero son muy similares.

Las operaciones militares suelen llevarse al cabo en zonas de conflicto donde la seguridad y la supervivencia son prioritarias. En contraposición, las estrategias comerciales tienen lugar en mercados competitivos donde se busca maximizar la rentabilidad y la sostenibilidad a largo plazo. Estas diferencias en el entorno influyen en las tácticas y enfoques específicos utilizados en cada caso.

Las decisiones estratégicas en el ámbito militar a menudo implican cuestiones de vida o muerte, y las consecuencias pueden ser devastadoras. Por otro lado, aunque las decisiones comerciales también pueden tener implicaciones significativas para las personas y las comunidades, normalmente no tienen el mismo nivel de riesgo como es el horror y la vida humana. Las consideraciones éticas y morales pueden variar considerablemente entre estos dos campos.

En el ámbito militar, la competencia es directa y los adversarios son claramente definidos. En los negocios, la competencia puede ser más difusa y, a veces, las empresas pueden colaborar con competidores en ciertas áreas mientras compiten en otras. Esta dualidad de competencia y colaboración es menos común en la estrategia militar.

Las estrategias militares a menudo tienen horizontes temporales más cortos debido a la naturaleza urgente y crítica de los conflictos. Las operaciones y campañas militares pueden durar desde días hasta unos pocos años.

En contraste, las estrategias comerciales suelen tener un enfoque a más largo plazo, con planes que pueden extenderse durante décadas. Esta diferencia en el horizonte temporal afecta la forma en que se planean y ejecutan las estrategias.

Podemos concluir que a pesar de sus diferencias contextuales y éticas, las estrategias militares y comerciales comparten muchos aspectos fundamentales. Ambas requieren objetivos claros, una planeación detallada, el uso eficiente de recursos y la importancia de la información.

Todos queremos la paz, no guerras sangrientas en donde los seres humanos somos castigados y los que se encuentran en los campos de batalla, cada segundo se enfrentan a la muerte.

Comercialmente, no hagamos guerra, seamos éticos sin atacar en forma despiadada a nuestros competidores, utilicemos las estrategias y nuestra calidad de competitividad, busquemos la mejor manera de ganar mercado, pensemos que la competencia nos ayuda a ser mejores y a buscar las diferencias comparativas.

Utilicemos la planeación estratégica, un boleto a comentar posteriormente.

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Doctor en investigación científica, consultor de empresas.

*Por su interés, reproducimos este artículo escrito por Fernando Ojeda Llanes, publicado en Diario de Yucatán.

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