Hoy: 23 de noviembre de 2024
La sequía plantea una serie de nuevas problemáticas para las que se hace imperioso encontrar nuevas respuestas. La desalinización del agua o una gestión mucho más eficiente de los recursos hídricos son algunas de las cuestiones en las que trabajamos como humanos. Pero la naturaleza tiene sus propios recursos y genera sus propias respuestas.
Un estudio del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) liderado por Laura Fernández de Uña y que ha contado con la participación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) ha señalado que los árboles más altos son capaces de superar las sequías a través de adaptaciones que desarrollan a medida que van ganando altura.
Las principales complicaciones que viven los árboles en época de sequía son la formación de embolias en su sistema circulatorio (fallos hidráulicos similares a las que se producen en la circulación en los humanos) y el riesgo de muerte por inanición. Porque el calor también hace pasar hambre a los árboles ya que, cuando aumenta la temperatura, las hojas cierran sus estomas para no perder agua con la vapotransipiración y la fotosíntesis se detiene. Ambas complicaciones se minimizan con los reajustes estructurales y funcionales que se van produciendo con estas adaptaciones.
De hecho, igual que acumulan más agua, los árboles grandes tienden a tener mayores reservas de carbono en sus tejidos. Y las pueden utilizar durante esos periodos en los que no realizan fotosíntesis.
Asimismo, con la altura los árboles van mejorando su eficiencia en el uso del agua y cuando hay sequía son más ágiles a la hora de movilizar agua desde las reservas del tronco hasta el sistema circulatorio (conocido como xilema), según apuntan los investigadores.
A mayor altura el tronco fabrica también más tejido dedicado a almacenar agua y guarda más reservas de alimento, al tiempo que desarrolla unas raíces más profundas y capaces de extraer agua de las partes más profundas del suelo.
Estas adaptaciones son herramientas clave para soportar la falta de agua y potencialmente los hacen más resistentes a los episodios de sequía que los árboles más bajos.
Los árboles más altos son piezas clave de los bosques. Proveen comida, sombra y son refugio de especias forestales. Además, acumulan mucho carbono y son capaces de redistribuir los nutrientes y de modular gran parte del ciclo del agua del bosque, porque recogen mucha agua de lluvia por sus raíces y la evapotraspiran a grandes cantidades.
«Las sequías cada vez más frecuentes y drásticas son una amenaza para los bosques, y perder estos ejemplares gigantes podría ser un peligro para el buen funcionamiento del bosque», comenta Jordi Martínez-Vilalta, coautor del estudio, investigador de la UAB y del CREAF.
Publicado en ‘New Phytologist’, este trabajo ha evaluado más de 125 estudios (de los cuales más de 90 analizaban árboles de distintas alturas), la mayoría en bosques templados debido a la falta de datos en otros tipos de ecosistemas, y más de 25 rasgos estructurales y funcionales, ha informado la UAB en un comunicado.