Hoy: 23 de noviembre de 2024
La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha impuesto por humillaciones reiteradas a cinco sargentos del Ejército de Tierra penas de entre ocho y 10 meses de cárcel, por amargarle la vida a un sargento hasta que este cayó en una fuerte depresión. Lo ladeaban en los actos, le hacían vacíos y se dirigían a él con insultos como “putita del brigada”, “comepollas del brigada”, “rata”... Todo este acoso fue porque el sargento víctima de estas humillaciones, Daniel M. G., tenía una buena relación “personal y profesional” con el brigada del regimiento y este, en alguna ocasión, le dio a él un puesto codiciado por los otros. El brigada tampoco era del agrado de los condenados. A sus espaldas, a él también le llamaban “rata”.
Debido al supuesto trato de favor, los cinco sargentos, en connivencia, la emprendieron contra Daniel M. G. sin miramiento alguno: “En el fondo te quiero, pero muy en el fondo, si me cayeras mal ten por seguro que ya lo sabrías”, “Voy a conseguir que te echen del Ejército”… Son solo algunas de las lindezas que soltaban a Daniel M. G. sus colegas, que se pusieron de acuerdo entre 2015 y 2017 para hacerle un vacío allí donde coincidían con él. A veces, incluso le hacían bromas para desautorizarle delante de la tropa.
Señala el Supremo, y es solo un ejemplo de las humillaciones vividas: “En la semana del 8 al 12 de diciembre de 2015, un grupo de efectivos de la unidad se desplazó a Segovia con el sargento Daniel como jefe del simulador de instrucción, responsable del grupo, y con el brigada como jefe de la expedición”.
El simulador, que se halla en la Academia de Artillería de Segovia, es utilizado por los militares para hacer ejercicios de instrucción y evaluación que duran una semana. El brigada también se desplazó en esta ocasión a Segovia para apoyar a Daniel y evitar que “la gente se tomara esa semana como distracción y para que se limitaran a trabajar”, según se explica en la sentencia. A los otros sargentos les molestó que el brigada designara a Daniel M. G. como jefe del simulador y, por tanto, responsable del grupo, y ante la academia pese a que no era el de mayor edad entre los sargentos/suboficiales.
Ya en Segovia, uno de los sargentos le comentó a la víctima que la tropa le había pedido comprimir las prácticas y la evaluación entre el lunes y el jueves (la evaluación se hacía habitualmente los viernes) con la finalidad de poder salir de copas y a cenar la noche del jueves sin la presión de tener que ser evaluados al día siguiente, viernes. Querían llevar la evaluación al jueves.
Según el tribunal, el sargento Daniel M. se negó alegando que habían ido a Segovia “para trabajar”. La conversación se reprodujo en una cena en el hotel donde se alojaban, en la que el sargento Daniel M., delante del brigada y otros mandos, sacó a relucir el tema e insistió en que habían ido a Segovia para trabajar. Y el brigada ratificó la negativa.
Brutal resaca
El sargento que pedía el cambio de programa señaló entonces en la cena que él era suficientemente responsable como para salir de juerga el jueves por la noche y estar el viernes por la mañana en el trabajo sin ningún problema. Pero Daniel M. le respondió que eso era exactamente lo mismo que había dicho en otra ocasión un suboficial (sargento) que al día siguiente de las copas se pidió el día libre porque no podía con su resaca.
Este comentario, delante de los jefes, molestó sobremanera a los otros sargentos y en especial al aludido. El suboficial partidario de la juerga el jueves se levantó de la cena al oír ese comentario y se marchó. “Me molesta que se hable mal de compañeros que no están presentes”, se justificó. Tras él, se levantaron y se fueron los demás sargentos de la camarilla.
A partir de entonces, los sargentos incrementaron las coacciones.
Coincidió que el 12 de diciembre, primer día en Segovia, era el cumpleaños del brigada. El único que le felicitó fue el sargento Daniel M. G.. Uno de los sargentos le topó con él tras saber que había felicitado al brigada, y le soltó: “¿Te has hartado de comer pastelpolla?”, “eres un gilipollas”.
Posteriormente, los vacíos e insultos constantes se intensificaron contra él. El 31 de diciembre de 2015, cuando el grupo se felicitaba el año a través de un grupo de whatsaap, uno de los condenados le dijo a Daniel M.S.: “Cállate ya retrasado”. Daniel le contestó, “y tú un mongolo”. Y acto seguido otro de los suboficiales mandó un audio mofándose de Daniel: “Que nooo, hombreee, que te queremos mucho”. Daniel se salió del grupo.
Las mofas e insultos siguieron en los meses siguientes. Cuando Daniel se acercaba a una zona en la que estaban los otros siempre había algún suboficial, incluida una sargento, que sin mirarle decían en voz alta a su paso “Esto se está llenando de ratas”.
Daniel M.G. causó baja psiquiátrica, puesto que los insultos continuaron en el tiempo, hasta que Daniel M.S. dijo que ya no podía más. “Si el karma existiera, algunos estarían dos metros bajo tierra”, “hay que cogerlos [a él y al brigada] fuera de aquí”. Y no solo los insultaban, también le boicoteaban con la tropa cuando le tocaba realizar ejercicios con ella, con la consiguiente vergüenza y desautorización. Todo se hizo insoportable.
Han sido condenados por un delito consumado contra el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas de los militares del artículo 50 del Código Penal Militar, en su modalidad de atentar gravemente contra la dignidad personal o en el trabajo de militares del mismo empleo en instalaciones de las FAS o afectas a ellas o con publicidad.
La sentencia explica que “cuando estas conductas se llevan a cabo de manera constante, sistemática y permanente, de forma que provoca en quien las padece una perturbación grave en su bienestar, causándole sentimientos de vejación, humillación y cosificación y un deterioro anímico, se produce un atentado grave a la dignidad de la persona previsto en el tipo aplicado”.