Las cárceles de Meco y Navalcarnero ocultaron al preso diabético Flores 14 citas urgentes con médicos, pese a sus graves dolencias

20 de noviembre de 2024
10 minutos de lectura
Pepe Comerón
Pepe Comerón, tercero por la izquierda, junto a miembros del Colegio de Abogados de Madrid. / Icam

Los directores Pepe Comerón y Noelia Jiménez se pasaron las citas por ‘el arco del triunfo’. Ni avisaron al interno ni le llevaron con los especialistas médicos, como era su obligación

El calvario sanitario al que ha sido sometido en las cárceles en que ha estado el interno Juan Antonio Flores, casado y padre de cuatro hijos, es todavía más grave de lo que desde Fuentes Informadas les hemos venido contando en las últimas dos semanas.

Este periódico tiene en su poder documentación médica que acredita que los responsables de las prisiones de Alcalá Meco y Navalcarnero ocultaron y no tramitaron, entre mayo y septiembre de este año, un total de 14 citas de especialistas médicos (CATORCE) dirigidas a estas prisiones para que llevasen a sus consultas a Juan Antonio Flores con carácter preferente, dado que sus patologías eran muy serias y tenían que explorarle y hacerle analíticas y pruebas al menos cada dos meses.

Ambas cárceles, dirigidas por Pepe Comerón y Noelia Jiménez, respectivamente, se pasaron cada una de esas citas por el arco del triunfo. Ni le avisaron ni le llevaron a ellas, como era su deber y obligación.

Juan Antonio Flores, empresario de 44 años, es el interno diabético que hace algo más de un mes decidió, durante un permiso, no reincorporarse a la cárcel de Navalcarnero porque ni en esta ni su anterior estancia en la prisión de Alcalá Meco se le garantizó mínimamente su derecho a la vida, a la salud.

Los presos están privados de libertad, pero mantienen intacto, como todo ser humano, su derecho fundamental a la asistencia sanitaria, y es obligación ineludible del centro conducir a los internos, aunque sea con protección policial, a las citas médicas de los hospitales.

Y más aún si el interno tiene serios problemas de salud que, para más inri, se los han generado las propias prisiones en las que ha estado; fundamentalmente la de Soto del Real.

Y Pepe Comerón no se va…

El polémico director de Meco, Pepe Comerón, no goza de ninguna simpatía ni entre los internos ni entre los familiares de estos.

El ministro Marlaska y el secretario general de prisiones Ángel Luis Ortiz lo mantienen en el cargo pese a que, hace meses, se le escapó un preso peligrosísimo y además, recientemente, un enfermero de su prisión se quitó la vida tras dejar una carta en la que le llama “machista” y le culpa de haberle hecho la vida imposible. A él y a dos colegas suyas.

Es repudiado por el desdén y arrogancia con que suele tratar a internos y en ocasiones incluso a familiares de estos. Lleva al menos 20 años en Meco, donde ha ido ascendiendo hasta convertirse en director gracias a su amistad con Ortiz. No se le conoce otro mérito.

Este periódico ha recogido algunas de las lindezas verbales que don Pepe (como exige que le llamen los internos, aunque tal tratamiento no está legalmente regulado) ha soltado a familiares de internos cuando les recibe en la cárcel (se publicarán próximamente).

Fuentes Informadas ha ofrecido a Pepe Comerón, través de whatsaap, la posibilidad de replicar las imputaciones que se le atribuyen tanto en lo ocurrido a Flores como a otros internos. Su respuesta, ninguna. Debe entender, erróneamente, que en su sueldo, público, está el no tener que dar explicaciones de su gestión. Se equivoca.

Como responsable de Meco y jefe máximo de la enfermería de la prisión, a lo que también está obligado es a proporcionar a los internos los medios necesarios para que puedan ser atendidos por sus médicos, y más si las citas provienen de un gran hospital. En este caso, el Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares.

Pues no lo ha hecho, lo cual es muy grave y susceptible de ser llevado a los tribunales para que se depuren responsabilidades penales por omisión del deber de socorro. Entre otros posibles delitos.

Enfermedades graves

Conscientes de la gravedad de las distintas enfermedades que tenía Flores, al que los médicos del hospital Príncipe de Asturias solo le trataron en una ocasión tras llegar a Meco a comienzos de este año, empezaron a darle citas periódicas. Tenían que verle cada dos meses sí o sí.

Entre mayo y septiembre de este años, en 14 ocasiones, y desde distintas áreas médica, y como paciente preferente. La cárcel ha obviado llevarle.

Tanto Pepe Comerón de Meco como después Noelia Jiménez de Navalcarnero, adonde trasladó Comerón a Flores a finales del pasado julio sin explicación alguna, han ocultado estas citas y no las han implementado. Como si fuera un extraterrestre o un perro.

No solo Pepe Comerón trasladó a Flores a Navalcarnero a fines del pasado julio, haciéndole, por otra parte, una putada de libro, sino que de esa forma le impidió disfrutar de un permiso total de siete días que le habían dado los jueces.

Y, además, le privó de la obligada reclasificación que suponía que Flores debía recuperar los beneficios penitenciarios del artículo 100.2, que le permite ir a trabajar durante el día y solo ir a la cárcel para pernoctar.

La revocación de estos beneficios, dados por el juez de vigilancia, la adoptó la subdirectora del centro de régimen abierto Victoria Kent, en Madrid, llamada Leonor, la temida jurista de la irascibilidad, tras considerar esta, erráticamente, que Flores había cometido un quebrantamiento de condena cuando durante un permiso no pudo pernoctar una noche en el centro porque el SAMUR se lo había llevado a un hospital debido a una hipoglucemia severa. Estuvo dos días hospitalizado. La arbitrariedad de Leonor tiene un capítulo aparte. Ya les contaremos.

A esta subdirectora, los partes médicos de hospitalización que le presentó Flores, le dio igual. ¿De verdad sabe Derecho esta funcionaria? Le quitó los beneficios del 100.2 y lo trasladó al feudo de Pepe Comerón, quien varios meses más tarde, a su vez, lo trasladó a Navalcarnero, tras hacerle a Flores otra faena.

Flores, quien desde hace un mes está prófugo de Navalcarnero, ha acudido recientemente de incógnito a un centro sanitario para ser explorado. La policía le busca.

El médico vio su historial, las citaciones, y la gravedad de sus patología, y se echó las manos a la cabeza cuando observó que no había acudido a ninguna de ellas. “Doctor no he podido ir, estaba preso y la cárcel me lo ocultó y no me llevaba a las citas”, respondió Flores.

El facultativo le enumeró una por una todas las citas a las que había faltado entre octubre y septiembre. En total 14, oftalmología, traumatología, endocrinología, otorrino, unidad del dolor para infiltración, traumatología y la unidad especial para diabéticos…

Desde todas estas áreas se quedaron esperando a este interno, no porque este no quisiera acudir, sino porque las prisiones donde ha estado durante esos meses, en concreto Meco y después Navalcarnero, han pasado de llevarlo.

Les ha dado igual el estado de Flores, que es grave, y a pesar de que todas ellas son fruto de negligencias de las que ha sido víctima desde que ingresó en prisión para cumplir su condena por un delito económico. No ha matado a nadie.

“No hay policías para custodiarte”

A través de sus familiares, en algunas ocasiones, estando en Meco, Flores supo con antelación el día en que debía ir a una determinada consulta del hospital. Y él se lo recordaba a los funcionarios, que en teoría debían saberlo por comunicación directa del propio hospital, y estos a su vez debían elevarlo a los médicos y al propio director Comerón.

La cárcel suele ocultar los expedientes médicos a los internos. Incluso si son citados. Informa de las citas la noche anterior por megafonía. Lo hace así para que no haya tiempo de preparar una eventual fuga. Flores ha estado en 16 ocasiones de permiso y nunca tuvo incidencia alguna. Salvo la última vez, el pasado octubre, que decidió no volver temporalmente hasta que le curasen su úlcera del pie, que le dura dos meses.

Pese a que el propio Flores les avisó varias veces de sus citas, unos y otros actuaron como el que oye llover… Ni caso. Y cuando el interno se quejaba porque pasaba el día y no le llevaban a su cita médica, la respuesta de los carceleros era que en la comisaría de Alcalá les habían dicho que no disponían ese día de suficientes policías para custodiarle hasta el hospital o el centro clínico especializado del que procedía la llamada.

Los familiares fueron varias veces a la comisaría de Alcalá a preguntar si era verdad que no tenían suficientes policías para custodiar a un interno durante una cita hospitalaria y siempre les decían lo mismo: “Eso es mentira, claro que tenemos suficientes dotaciones”.

Prófugo por necesidad

Si ahora está prófugo, aunque su intención es volver voluntariamente a prisión, es porque necesitaba antibióticos para su úlcera, entre otros productos médicos, y no se los daban en la cárcel. Y ni siquiera lo han citado los médicos de la cárcel a sus consultas, asegura el interno.

Flores necesitaba que le curasen la úlcera sangrante que tiene desde hace dos meses en el dedo gordo del pie derecho, y en la cárcel, primero en la de Meco, donde afloró la herida, y después en la de Navalcarnero, ni siquiera le ha visto el médico.

En Meco se estuvo curando él solo con un bote de Betadine que le dio otro interno a escondidas. Pero eso no era suficiente: necesitaba antibióticos para su curación y cierre de la herida: no se olvide la complejidad de su diabetes, de las más graves, mellitus 1.

Y lo curioso e indignante de esta triste epopeya carcelaria es que todos esos problemas médicos los adquirió Juan Antonio Flores en la primera cárcel a la que fue llevado tras su condena, la de Soto del Real (donde, por cierto, hay convocadas protestas de familiares el próximo día 12 de diciembre en apoyo de este interno y por la “dignidad de los presos”, también ante la de Meco). Estuvo a punto de morir en Soto. Pese a que él llegó a la cárcel siendo un deportista sano.

Diez días en coma

¿Qué le sucedió en Soto? Un día tonto, en el gimnasio, sufrió un pequeño golpe en una pierna que derivó en un hematoma que, ante su asombro, cada día engordaba más, y pasadas varias semanas comenzó a dolerle a rabiar y a tener fiebre alta. Los médicos de Soto, cuando tenía la suerte de que le vieran, suplicante de ayuda para su extremo dolor, solo le mandaban analgésicos. Ni radiografías ni nada. Calmantes. Y la pierna, super hinchada.

Aquello devino semanas después en un mareo y fiebres altas. Entonces sí le llevaron al hospital Gregorio Marañón. Estuvo en coma durante diez días. ¡¡¡Cómo de hinchada tendría la pierna Flores -de lo que extrañamente no se percataron los médicos carcelarios- que en el Marañón le extrajeron dos litros de pus!!!

Era una septicemia letal que se había apoderado de su pierna y hasta de la cadera (hubo que ponerle un fémur de titanio). Y tras salir del coma, los médicos le diagnosticaron la diabetes, un glaucoma ocular, sordera y hoy, además, tiene una pierna cuatro centímetros más larga que la otra. Y todo eso para siempre.

Atención sanitaria bimensual obligada

Juan Antonio Flores padece la variante más grave y complicada de la diabetes, la mellitus tipo 1, que precisamente se le desató en la cárcel de Soto del Real y que requiere de seguimiento y atención hospitalarias y especializada obligada cada dos meses como máximo. Y de una dieta estricta. No ha tenido ninguna en la cárcel. ¡Que coma de lo que hay!, debieron pensar.

No preocuparse de la atención de un interno al que precisamente Prisiones, por su negligencia, estuvo a punto de matar, tampoco debió importarle demasiado a Pepe Comerón que, que se sepa, no ha tomando ninguna medida contra los subordinados médicos y funcionarios que deben procurar que los internos ejerzan su derecho fundamental a la salud, y más en un lugar donde están privados de libertad. Él es el máximo responsable. Y no solo para tirar de cargo en los actos a los que le invitan.

Sin aparente cargo de conciencia

Aparentemente no debió tener ningún cargo de conciencia Comerón cuando supo que un juez había archivado el supuesto quebrantamiento que cometió Flores en el Victoria Kent y que propició que la subdirectora Leonor, cuya boda salió en el Hola, le quitase los beneficios del artículo 100.2.

Un juez dijo que no hubo tal quebrantamiento, que si Flores no se incorporó una noche al Victoria Kent fue porque había sufrido una hipoglucemia y estaba hospitalizado.

Pese a la decisión judicial, en ese momento estaba en Meco, Pepe Comerón no le restituyó tales beneficios. Al contrario, lo envió a la cárcel de Navalcarnero, la más infernal de Madrid, donde, por cierto, tampoco atendieron las citas médicas que seguían llegando a Meco para que Flores acudiera con urgencia al hospital. Era obligación de Meco comunicarlas a Navalcarnero. Si lo hizo no, no se sabe.

Flores se halla desde hace algo más de un mes prófugo. Junto a su familia, durante su último permiso, que se cogió estando ya en Navalcarnero, adonde lo desterró Comerón, tomó la decisión de no volver a prisión hasta tanto, en la calle, los médicos de la sanidad pública, le curaran la úlcera sangrante en el pie derecho que le afloró en Meco y que después de casi dos meses aún no se le cerraba. Sin que los médicos de ninguna de las dos prisiones se preocupasen de ello.

Solo el enfermero de Meco que se suicidó hace unas semanas tras tachar a Comerón de “machista” en una carta póstuma, “se preocupó realmente de mi herida: fue el único que me atendió”, ha afirmado Flores.

Ahora sí tiene mejor la herida. En la calle ha podido acceder a antibióticos. Quiere volver, pero teme a las represalias. Está meditando ingresar en alguna cárcel de el País Vasco o Cataluña, que no son gestionadas ni por Marlaska ni por el secretario general Ortiz, que siguen sin dar explicaciones y tapando este grave asunto, que ha costado mucho dinero público por la desidia y desdén. Pero este es otro tema, señores Marlaska y Ortiz.

6 Comments

  1. Estar preso, enfermo, y que no te lleven a las citas médicas del hospital es, a mí juicio, un delito, y no solo de prevaricación. Se hace urgente que Marlaska, que es juez, tome ya cartas en el asunto. ¿En manos de qué gente están los presos? He sido jefe de investigación de El País durante muchos años. He destapado casi todos los casos de corrupción de este país en los últimos 20 años, entre ellos el caso Gürtel..
    Ahora pienso que la peor corrupción moral y profesional es obviar el padecimiento sanitario de un ser humano que está encerrado. Y lo llamativo es que a dos jueces, Marlaska y Ortiz, parece darles igual. Señor ministro, de este caso vas a tener que dar muchas explicaciones. Ya hablaremos de dineros públicos…..

  2. Alucinamos cada día más darle garrote a esos directores y normal que se quiera curar joder!
    Pero que poca vergüenza hay que hacerlo saber.
    Y que lo paguen en prisión!!!

  3. Pero que hijo de puta es!
    Si ves como todo se acaba sabiendo.
    Es para que le echaran a los leones por maltratador y no trabaje de por vida además de 30 años de cárcel.
    Se va sabiendo todo y da escalofríos

  4. sigue así bro con tu verdad siempre que sepa todo el mundo el abuso de poder que hacen allí dentro de prisión solo el que pasa por hay lo sabe. fuerza hermano estamos contigo 💪

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