El infierno de Alicia: “Venía drogado y bebido y siempre volvía a lo mismo, a los gritos y a las manos”

10 de marzo de 2024
8 minutos de lectura
Cartel de una manifestación con motivo del 8 de Marzo I Fuente: Jacqueline Staforelli

La violencia de género, la abolición de la prostitución, la brecha salarial y la inclusión de las mujeres transexuales son las batallas pendientes de la mujer cada 8M

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, supone la unión de fuerza entre las mujeres de todo el mundo. Las calles y fachadas se tiñen de violeta para reivindicar la igualdad y denunciar, alzando la voz, el maltrato y los asesinatos machistas que rodean y aterran a mujeres en todo el mundo.

Es el caso de Alicia, una mujer de 43 años víctima de violencia de género a la que vamos a llamar con ese nombre para preservar su anonimato. Ella se atrevió a denunciar y fue hace dos años aproximadamente cuando decidió poner fin a la situación de maltrato en la que se veía sometida por culpa de su expareja, a quien conoció hace 15 años. “Nos cuidábamos mucho mutuamente, siempre estábamos juntos, él me apoyaba y me ayudaba en todo”, ha confirmado la víctima a Fuentes Informadas.

Pero todo cambió cuando las drogas y malas influencias llegaron a su vida hace 10 años. “Venía drogado o bebido y por cualquier tontería se alteraba muchísimo porque es muy impulsivo. Me ponía los cuernos y no solo con una persona. La situación y las faltas de respeto excedieron niveles muy altos”. Por ello, Alicia decidió poner fin a una relación que le estaba haciendo consumirse por dentro. Su hijo Biel nos cuenta que hace dos años ella decidió dar un paso que nunca se veía capaz de tomar “porque yo era más mayor y se podía apoyar más en mi en todos los sentidos, entonces decidió sacar de su vida a esa persona porque se veía en medio de una depresión muy fuerte que hoy en día sigue teniendo”.

“No hacía nada más que manipularla”

El momento en que ella pensaba que iba a terminar la pesadilla en la que se veía inmersa, fue uno de los peores momentos. “Reaccionó fatal, no fue decisión de mutuo acuerdo claramente, él no quería a toda costa y no hacía nada más que manipularla y volvía a lo mismo de siempre, a las manos y a los gritos. Entonces mi madre le echó de casa con todas sus cosas y así fue como se lo tuvo que quitar de encima, porque él es una persona con la que no puedas expresar el porqué de las cosas y no intenta arreglarlo o dialogar tranquilamente”.

Los problemas derivados de la depresión avanzada ocasionada por la situación en la que se ha visto inmersa Alicia la hacían una mujer dependiente económicamente, lo que le ha hecho tener que entrar a vivir en una casa abandonada por la falta de recursos. Cuenta Biel que “básicamente yo junto con ella asumo todos los gastos que puedan haber dentro de una familia porque no nos concedían ni nos ponían facilidades para poder acceder a alguna ayuda. Lo único que nos ofrecían era la recogida de comida de parte de la Cruz Roja, que fue lo único que nos llegó a servir realmente, y la otra fue cobrar 600 euros cada seis meses”.

A pesar de obtener una casa en la que poder alejarse junto a sus tres hijos, Alicia no podía pasar página ya que las situaciones de maltrato seguían por parte de su ex pareja y fue entonces cuando decidió poner numerosas denuncias “tras el último episodio de ira por parte de su ex pareja pues se vio obligada a volver a denunciarlo por la agresión que propinó en nuestra propia casa con las niñas pequeñas delante”, relata su hijo Biel, quien se encontraba fuera del domicilio por las vacaciones navideñas. Tras la denuncia enseguida se lo llevaron tres días al calabozo y se inició un juicio rápido en el que Alicia tuvo que presentar un parte de lesiones de ese evento, incluidos los anteriores en menos de 48 horas.

La jueza no hacía nada más que cuestionarla como si estuviese mintiendo”

En el momento del juicio, la víctima expuso la verdad junto al abogado de oficio que le pusieron en el momento y fue bastante dura la experiencia. Biel reclama que “la jueza no hacía más que cuestionarla como si estuviese mintiendo, le hacía las mismas preguntas de distintas maneras para ver si le pillaba las supuestas mentiras. Mi madre respondió a que yo vivía con ella y las niñas, le explicó la situación económica que teníamos, que yo era el que tiraba del carro juntando lo poquito que gana ella al mes (menos de 500 euros por una baja por depresión muy avanzada) y la jueza le pregunto dónde estaba trabajando yo y mis condiciones laborales”.

El problema más grande llegó cuando le contó que su hijo era un chico transexual. En ese momento a la jueza dejó de importarle el sueldo de Biel y que tenía un contrato fijo. “Empezó a cuestionarle que porqué yo estaba trabajando en un sitio así, le hacía mil preguntas sin sentido en vez de enfocarse de verdad en el problema. Parecía que se había olvidado de que estaba en un juicio de algo totalmente diferente a mi vida personal”, denuncia el joven.

En el procedimiento judicial, la víctima pidió una orden de alejamiento por prevención y se la denegaron “incluso advirtiéndole a la jueza de que tenía miedo de que en cuanto él estuviese en su casa, fuese y la matase. La jueza no fue capaz de decir ni hacer nada”, denuncia Biel.

El artículo 544 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dice que en los casos en los que se investigue un delito de los mencionados en el artículo 57 del Código Penal, el Juez o Tribunal podrá, de forma motivada y cuando resulte estrictamente necesario al fin de protección de la víctima, imponer cautelarmente al inculpado la prohibición de residir en un determinado lugar, barrio, municipio, provincia u otra entidad local, o Comunidad Autónoma.

“La experiencia de ese juicio fue bastante negativa”

“La verdad es que la experiencia de ese juicio fue bastante negativa, hasta el abogado de oficio me llamaba a mi número personal para explicarnos que se iba a hacer cargo de recurrir el juicio porque había sido una vergüenza”, remarca el hijo de Alicia.

La víctima insistía en el juicio rápido en que la magistrada podía ver como él (su expareja) había sido encerrado en distintos calabozos de distintas comunidades por malos tratos hacia ella y se desentendió totalmente hasta de ese gran detalle. “La gente pensaba que estaba incluso amañando de la poca humanidad que estaba teniendo esa jueza con mi madre y la situación que estaba pasando”, apunta Biel, quien añade que los papeles médicos de las lesiones también le fueron insuficientes.

Lo peor viene cuando llaman al acusado a declarar y él simplemente se limitó a decir que no iba a responder a nada, excepto a las tres preguntas obligatorias que le hacía la jueza. “Ahí se quedó el tema por su parte, ni ese gran detalle de que él se quedó callado (recién sacado del calabozo) lo tuvo en cuenta la jueza”, destaca el hijo de la víctima.

La expareja demandó a la víctima alegando que no cuida a sus hijas

Una vez finalizado el juicio no hubo una respuesta por parte de la magistrada. Se quedó pendiente porque él (expareja) demandó a Alicia por las niñas alegando que no las cuidan, no las llevan al colegio y que las tienen en malas condiciones. Además, el acusado añadió que todo lo paga él. Biel remarca que “todo es absolutamente mentira porque se puede tirar varios meses sin ver a las niñas viviendo a una calle literalmente”.

El hijo de la víctima remarca finalizando la entrevista que “es una demanda sin sentido que hace que una de mis hermanas tenga que declarar delante de un juez y encima será la misma que cuestionó a mi madre en el juicio rápido”.

El testimonio de Alicia sirve de ejemplo para miles de mujeres que no pueden alzar la voz por no sentirse arropadas, amenazas a ellas o su propia familia o falta de recursos que no les permiten ser independientes y les hacen tener que (sobre)vivir en un infierno.

A pesar de que la realidad de las mujeres víctimas de violencia de género es la más cruda por la que lucha la mujer, no es la única. Este movimiento político y social tiene abierto más de un frente: la brecha salarial, la batalla por integrar a las mujeres transexuales o la abolición de la prostitución.

La brecha salarial entre hombres y mujeres se sitúa en más de un 11%

Cada 8 de Marzo, miles de mujeres pelean por lograr una equidad salarial en los mismos trabajos realizados por hombres y mujeres. Ellas tienen que enfrentarse a distintas dificultades en su carrera profesional por los estereotipos marcados en la sociedad. Esto hace que su tasa de paro se sitúe en el 14,6% frente al 11,3% de la masculina y suelen ser ellas las primeras en retirarse del mercado laboral cuando la situación lo requiere. Estos datos reflejan que la brecha salarial entre hombres y mujeres ha aumentado por primera vez desde el año 2017 y se sitúa en el 20%, según ha informado este viernes la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF). Con esta situación las mujeres están trabajando gratis 73 días al año y que, a este ritmo, se tardaría “medio siglo” en alcanzar la igualdad salarial.

Integración de las mujeres transexuales

Una batalla pendiente dentro de las luchas de las mujeres y que hace que el movimiento se rompa en dos bandos cada 8 de Marzo es la integración de las mujeres transexuales. Miles de asociaciones y feministas ven evidente que las mujeres trans son mujeres y, por tanto, deben estar incluidas en la lucha por la igualdad.

En la otra cara de la moneda se encuentran las que creen que estas mujeres no lo han sido siempre y creen no comprenden la problemática por la que luchan las mujeres, por lo que no ven oportuno que las ellas formen parte del movimiento.

Abolición de la prostitución

Es uno de los temas candentes dentro de la lucha por la igualdad cuando llega el 8 de Marzo. Cientos de personas creen que la prostitución debe abolirse ya que atenta contra los derechos de las mujeres, debido a que se ven sometidas a vender su cuerpo a cambio de una remuneración. Otras defienden que es un trabajo que debe regularse para que no existan las redes ilegales de prostitución y que si alguna mujer decide dedicarse a ello sea porque lo elige libremente y no porque se ve obligada por su situación económica.

El sentimiento feminista disminuye entre las jóvenes

El sentimiento feminista está decayendo entre la población joven. Un estudio de la Fundación Fad revela que, por primera vez ha caído el porcentaje de mujeres que se consideran feministas. El 57,4% de las chicas de entre 15 y 29 años dice sentirse identificada con el movimiento, diez puntos con respecto a hace dos años, cuando se declaró feminista el 67,1%.

Sin embargo, los datos muestran también que las valoraciones de la juventud sobre el concepto de feminismo siguen siendo positivas. Seis de cada diez jóvenes opina que debe implicar tanto a mujeres como a hombres y en torno a la mitad que el movimiento es clave para conseguir la igualdad real.

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