Tarde o temprano iba a ocurrir. Bárbara Rey y Jenny Llada, que antes eran íntimas amigas y vecinas, han tenido un enfrentamiento en pleno directo.
La vedette se ha cansado de ver en los platós de televisión a quien fue su buena amiga durante los años de lujos en Boadilla del Monte. En ese chalé se tomaron las polémicas fotos con el Rey Juan Carlos, que han acaparado la atención en los últimos días tras la venta de una pequeña remesa por parte de Ángel Cristo a la revista holandesa Privé.
No era ni el 5% de lo que tiene en su poder. En su última aparición en De viernes, su programa en televisión, mostró más al llevar consigo la cámara con la que asegura haber tomado las fotografías, la grabadora donde supuestamente se registraron las conversaciones de su madre, y un dossier que recopila todo el material que respalda su verdad. También estuvo presente su vecina, Jenny Llada, aliada para reforzar su versión.
La vecina ha estado a su lado desde que Ángel Cristo se sentó por primera vez en un plató de televisión. Afirmaba conocer bien lo que él contaba, ya que su relación con su madre era cercana e íntima, hasta el punto de hablar sobre el secreto mejor guardado por la actriz, que, como se evidenciaba, era de dominio público: “Bárbara no dice la verdad. Compré mi casa por ella y hablaba de sus relaciones con el Rey”, Jenny ha terminado por estallar en Y ahora Sonsoles, donde tuvo su primer enfrentamiento público con su amiga. Después de meses esquivándose y sin intercambiar mensajes directos, esta vez Bárbara se ha cansado de guardar silencio y ha levantado el teléfono para decirle un par de cosas.
Durante una pausa en su viaje a su tierra natal, Totana, en Murcia, donde fue vista antes de su actuación en Hellín, Albacete, la vedette estaba viendo la televisión. Sabía que se hablaría de ella y quería tomar apuntes, ya que está preparando una macrodemanda no solo contra su hijo, sino también contra quienes no digan la verdad. Con un espectáculo que preparar y pocas ganas de entrar en detalles, decidió ir al grano al entrar en directo y interrumpir el programa de Sonsoles Ónega: “No voy a entrar en defenderme, porque no tengo por qué, pero quisiera mandar a mi gran amiga este mensaje. Primero, que hace mucho tiempo que no nos hablábamos por hablar cosas de mí inciertas y que desconoce, porque nunca le he contado nada”, comenzaba y tenía mucho que decirle después de tanto tiempo sin oportunidad de mediar palabra.
“Pero le voy a decir que a ver si, por favor, algún día puede ir a un programa a hablar de su vida y de los amigos que entran y salen de su casa, que posiblemente sean más interesantes que los que me ven a mí”, disparaba con intención de hacer diana la vedette de Totana. Ella sabe muy bien de quién hablar, ha tirado la piedra con la esperanza de que sea recogida y, con suerte, se hable un poco menos de su historia. Pero ha continuado, no ha dejado mucho espacio para pensar o que haya respuesta: “Y habla de tu trabajo y de todo lo que tú vales, preciosa. Que te gusta mucho salir en televisión hablando de lo que sabes de mí, pero, en cambio, yo no hago nada para hablar de lo que sé de ti, que es mucho”, ha zanjado como única despedida. Y es que colgó el teléfono sin permitir que Jenny Llada respondiera, privándola de la oportunidad de contestar y aclarar los puntos en los que considera que no se dice la verdad.