Por MIGUEL HERNÁNDEZ, ANTONIO OTERO y ÁNGEL ZAFRA
El comisario culpa al exjefe del CNI de ser quien detonó ese ‘código rojo’ y acusa a la Fiscalía de no velar por la legalidad al permitir una causa prospectiva a partir de una denuncia anónima
El excomisario y abogado José Manuel Villarejo, que ha expuesto este martes su alegato final en el primer juicio del ‘caso Tándem’ que juzga la Audiencia Nacional (y en el que actúa en calidad de codefensor, es decir, se defiende a sí mismo; junto a su abogado, Antonio José García Cabrera). De este modo, ha asegurado, tomando como modelo la película Algunos hombres buenos, que ha sido víctima de un ‘código rojo’ cuyo botón detonaron a la vez, y en connivencia, la UCO del coronel Sánchez Corbí, el CNI de Félix Sanz Roldán, Asuntos Internos de la Policía de Marcelino Martín Blas, y varios fiscales Anticorrupción.
“La causa Villarejo es un código rojo“, destacó el excomisario. Y lo explicó: “No puede haber más coincidencias (…) Siguiendo las órdenes del entonces jefe del CNI [Félix Sanz Roldán], se aplicó ese código rojo a uno de los suyos [a él], porque creían que con su conducta [sabía que tenía documentación y audios muy comprometidos sobre asuntos de Estado] ponía en peligro los pactos y componendas con los que hasta ese momento se mantenía el equilibrio de las instituciones del Estado“.
Villarejo, que el ser abogado se ha defendido a sí mismo después de que por la mañana lo hiciese su abogado, ha afirmado al tribunal que le ha juzgado por tres de las 34 piezas judiciales que pesan sobre él, que en sus 30 años de servicio en favor de la seguridad nacional, su conducta fue “intachable” hasta que el exjefe de los espías Sanz Roldán “activó el código rojo” contra él. Y que todo fue una trama liderada por Sanz Roldán con la finalidad de meterle en la cárcel para de esta forma hacerle un registro en su casa y arrebatarle los audios. La Fiscalía pide para él una condena a 83 años de cárcel.
Precisamente, la fiscalía fue la diana de muchos de sus dardos: le acusa de no velar por la legalidad y permitir que se abra contra él una causa prospectiva y discriminatoria: mientras a él en estas tres causas ya juzgadas le piden 83 años, por los mismo delitos, a otros, les piden penas de alrededor de dos años, que no implican ir a la cárcel. Es decir, la fiscalía ha pactado con otros acusados y a él lo ha obviado.
Las frases investigación prospectiva y denuncia anónima (presentada esta en nombre de una persona que no quería denunciar y que otros, en concreto un exmiembro del CNI, denunciaron por él), han estado presentes a lo largo de los alegatos de Villarejo, en la tarde del martes, y de su abogado, Antonio José García Cabrera, por la mañana.
Este último definió el juicio como “un partido paraprocesal que solo es una apariencia para eliminar a un testigo incómodo que el propio sistema creó”, una “guerra jurídica” ideada contra él para apartarlo de la calle y quitarle los audios que el exjefe del CNI llevaba buscando desde meses antes de la detención del comisario.
Las piezas juzgadas, de las 34 que pesan sobre Villarejo, son las denominadas ‘Iron’, ‘Land’ y ‘Pintor’.
El excomisario inició su alegato final defensivo a las 16.07. En Tándem se investigan sus negocios privados, bajo el argumento de que se sirvió de su estatus de comisario para enriquecerse. Villarejo, y por la mañana su abogado, incidieron en el “origen chusco y obsceno” de un caso, según explicó al tribunal, fabricado por el exjefe del CNI, el general Sanz Roldán, con la supuesta ayuda de policías y fiscales “confabulados” y a modo de “venganza” por las denuncias que el comisario había presentado contra algunos de ellos.
Ataviado con toga y parche en el ojo derecho, Villarejo tomó la palabra tras acabar su abogado su largo informe, que se inició anteayer y terminó avanzada la mañana del martes. La tarde la empleó el comisario para defenderse. Villarejo ha aclarado que sus males obedecen “al odio de Sanz Roldán hacia su persona” por las denuncias que, desde los años 90 y hasta 2015, ha interpuesto contra el propio general, contra mandos de Asuntos Internos de la Policía, varios fiscales anticorrupción y a otros “tantos poderosos”, para alertar sobre “el atropello” de “quien ha permitido que se usara y abusara de las instituciones del Estado”. Por todo ello, él mismo se ha descrito como “un temerario”. Aun así, ha preguntado a la sala, “¿si no hubiera tenido la convicción de estar actuando como servidor del Estado, me habría atrevido a denunciar?”
Al margen de las ‘vendettas’ personales, el comisario ha recalcado que Sanz Roldán, cuando decidió actuar contra él, tenía en mente otro objetivo: El “botín” de su “archivo personal” de audios:”Lo que le importaba, lo que le obsesionaba, lo que le preocupaba eran los audios“, ha enfatizado. El comisario ha cargado contra el “origen obsceno, chusco e impresentable” que aprecia en la investigación, “una causa general justificada con 30 años de hallazgos casuales”. Sostiene que se trataba de “vestir el muñeco a toda costa para hacerse con el archivo y llevarse todos los audios”. “Sí, esos audios que tanto miedo dan a los que aparecen en ellos. ¿No ha quedado claro que a Sanz Roldán lo que le importaba eran los audios?”, añadió.
Abogado defensor
Tanto él como su abogado, Antonio José García Cabrera, han hecho hincapié en uno de los aspectos que, según ellos, pueden dar lugar, en el Tribunal Supremo o en Europa, si hay condenas, a la nulidad de la causa Tándem. ¿Cómo surgió este asunto? ¿Se hizo todo de acuerdo con los pasos y garantías que marca la ley? ¿Se ocultaron datos relevantes al juez instructor que, de saberlos, este podrían haber anulado determinados aspectos? La denuncia anónima e inducida, sobre la que se erige la causa Tándem, también puede generar problemas en Europa, según ambos abogados.
“La patraña” de denuncia anónima de la que partió el caso nunca fue tal. Montaron esta persecución contra él a sabiendas desde el principio que quien la presentó fue un “agente del CNI”, llamado David Vidal y no quien supuestamente iba a formularla, que se arrepintió de hacerlo y Vidal la puso por él. A partir de ahí, dijo, todo les quedó claro: “Había que investigar la vida entera de Villarejo en busca de algo a lo que agarrarse para que se pasara el resto de su vida en la cárcel”. Villarejo llegó incluso a acusar a la propia policía de entrar en uno de sus domicilios en la Calle del Clavel y colocar “pruebas falsas” para que, en un registro posterior, los propios agentes, que sabían ya donde estaban colocadas las pruebas, fueran “a tiro hecho”. De hecho, ha preguntado al fiscal si lo veía “tan tonto como para guardar todo tipo de material sensible en una bolsa debajo de la cama de un piso que estaba a punto de alquilarse”.
“Estatus especial”
En cuanto a la utilización y creación de empresas propias, argumentó que desde 1995 disfrutaba de un “estatus especial” por el cual podía “actuar sin que nadie de su propio cuerpo lo supiera”, para así obtener información de interés para el Estado usando CENYT, su grupo de empresas, como una tapadera. En este punto ha afirmado que todos los Gobiernos desde entonces “emplearon sus servicios durante años y le ordenaron actuar en numerosas operaciones”. “¿Abrimos ese melón?”, retó.
A renglón seguido, el comisario se adentró en un extenso repaso de su hoja profesional. Destacó sus intervenciones antiterroristas con el fin evitar atentados: viajes a Oriente Próximo (Líbano, Afganistán, Irán, Siria o Irak) y más próximos al vecino Marruecos. Algunos de ellos relacionados con el 11-M o los GAL, así como su presunta intermediación con la examante del rey emérito Corina Larsen.
Asimismo, ha querido llamar la atención sobre lo que considera una evidente “utilización política” de su causa. En este sentido, ha preguntado qué pasará “cuándo gobierne el PP” y cambien las tornas: “¿Aparecerán los encargos del PSOE?”.
Podría haberse hecho “de oro”
En este contexto, ha indicado que, a pesar de que los fiscales Miguel Serrano y César de Rivas le han pintado como “un sujeto abominable y ávido de dinero” que ha usado su empresa CENYT para llenarse los bolsillos con investigaciones privadas valiéndose de los medios policiales a su alcance, “todo es mentira”, ha remarcado. Villarejo ha reiterado que CENYT facturaba porque era la única forma de mantener viva la “tapadera”, cuestionando si había otra forma de sostener “esas empresas de cobertura si el Estado no las financiaba de ninguna manera”. También ha dejado claro que era su “grupo empresarial familiar el que siempre pagaba todo”, aunque no haya recibos firmados. “¿Acaso somos tan cínicos como para ignorar las estructuras offshore de que dispone el CNI, que están para pagos inconfesables?” También ha referido que sí se habría hecho “verdaderamente de oro” vendiendo al mejor postor la información que obtenía de sus tratos con terroristas y traficantes de drogas y armas, entre otros.
Quebranto a su reputación
Con todo, la defensa no ha dudado en reiterar que su cliente está sufriendo una causa “general y prospectiva” porque se ha investigado “toda su vida, durante más de 30 años, para ver qué se podía encontrar” bajo la supuesta excusa de los “hallazgos causales”, claro que ha supuesto un “profundo quebranto”. Una situación de la cual, dijo, “difícilmente podrá restituirse una reputación personal y profesional, que era intachable hasta que Sanz Roldán decidió aplicarle el ‘código rojo'”.
El excomisario, por su lado, alega que se siente “un viejo y cansado combatiente” que ha tenido “una colaboración absoluta y desinteresada” con todos los servicios de Inteligencia -civiles y militares- y se ha preguntado “quién ha sido el pirómano” en este incendio. Sostiene que ofreció diálogo a Sanz Roldán y que este optó por acosarle, lo que propició que hasta el Rey haya tenido que irse de España.
Villarejo ha reclamado al tribunal presidido por Ángela Murillo que haga justicia frente a la orden de “vale todo con tal de eliminar a un elemento problemático para el ‘establishment‘”. De no ser así, ha alertado, “es una quiebra al Estado de Derecho”.
Una de las imputaciones que pesan sobre el comisario es que hacía trabajos privados como policía sin tener la compatibilidad oficial. “El documento de compatibilidad existió y existe y la Policía lo autorizó. Hubo compatibilidad de su grupo de empresas CENYT y sus actividades como comisario, dijo la defensa, y argumentó que no existió el ilícito penal de revelación de secretos del que también se le acusa. El abogado ha indicado que su informe de compatibilidad de “carácter oficial” se ocultó al juez instructor, algo que considera determinante. “El CNI elaboró y estructuró la causa contra el señor Villarejo. Y el CNI era el guionista”, señaló.
Su defensa también ha aludido a la “aplicación del principio non bis in idem“, basándose en si el Estado “puede tener a la misma persona investigada dos veces por los mismos delitos”.
“Guionistas y productores”: el CNI, según la defensa, instigó la persecución a Villarejo
“¿De dónde viene todo? Hemos tenido un juicio afortunadamente porque ha sido el único sitio donde Villarejo se ha podido defender. El fiscal en su informe dijo: ‘Las brujas no existen’. Van a escuchar un relato para que vean que había un guionista y un productor. Vayamos con los guionistas, desde una primera aproximación que Villarejo tenía muchos enemigos declarados. Primer guionista. El Centro Nacional de Inteligencia. En el ámbito directivo, la relación antes era de amor y ahora es de odio. No se le ha tratado conforme a las prestaciones que Villarejo le dio al CNI. La de él es la primera denuncia que interpuso el CNI a un privado. Que existió esa enemistad entre Villarejo y el general Félix Sanz Roldán [director del CNI] es una evidencia que han contado los testigos que han pasado por el juicio”.
“¿Qué hacía el CNI siguiendo a Villarejo con esta investigación en curso [la macrocausa ‘Tándem’]?”, se ha preguntado García Cabrera.
“¿Qué hacía el señor Villarejo recibiendo un correo en 2015 de Sanz Roldán, que le decía: ‘céntrate en lo que tienes de Corinna Larsen [examante del rey emérito]? ¿Si este correo lo hubiéramos tenido en la investigación verdaderamente habría alguna pieza sobre Corinna Larsen?”, se preguntado la defensa.
“El CNI elaboró y estructuró la causa contra el señor Villarejo. El CNI era un guionista”, repitió García Cabrera.