Tirso de Molina

5 de septiembre de 2023
1 minuto de lectura
Una persona leyendo en el metro. | Pexels

Admiro a la gente que puede leer en el metro, agarrados con una mano a las asas de cuero, ennegrecidas por la sujeción de los que ayer pasaron y de los que también leyeron en vilo hace unos días. Tiene mucho mérito acomodar los ojos al baile de las letras sin que pierda intención la trama de lo leído. Uno que pasa y empuja, otros que miran de reojo las voluntades de los que llegan; los más, se fijan en el enlace de las líneas y sus correspondientes estaciones: Manuel Becerra, Quevedo, Tirso de Molina… ¿Quién habrá sido ese tal Tirso?, preguntaba una adolescente a su amiga con tatuaje de flores en el pecho abierto, que respondió sin ganas:

-Sería alguno de esos emboscados de cualquier guerra porque, en una estatua suya que he visto cerca de Sol, llevaba una especie de capucha.

…Y el pobre de fray Gabriel Téllez no dijo ni pío en el trayecto que quedaba.

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

Largo me lo fiáis

Esta frase tan conocida, con pequeños matices, aparece en El Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina y en nuestro

El té de las cinco

Los secretos se llaman así porque son vivencias que se ocultan a la voracidad de los curiosos. Los profesionales de

La costumbre

Tuve un amigo que, cuando presentaba a su mujer siempre decía: “Aquí mi costumbre”. Si acaso notaba cara de extrañeza,

Esquelas

Conocí en otro tiempo a un señor que leía diariamente el ABC para cumplir con las familias de los muertos