La noticia cayó como un golpe silencioso entre los amantes del cine. Peter Greene, actor estadounidense recordado por dar vida a algunos de los villanos más icónicos de los años noventa, fue hallado sin vida en su apartamento de Nueva York a los 60 años. Su fallecimiento, confirmado por su representante de larga trayectoria Gregg Edwards, ha generado una profunda conmoción tanto en la industria cinematográfica como entre quienes crecieron viendo sus películas.
Greene no fue una estrella convencional. Su presencia en pantalla tenía algo inquietante, casi hipnótico. Supo construir personajes duros, incómodos, memorables. Para muchos, su rostro quedará eternamente ligado al de Zed, el despiadado antagonista de Pulp Fiction (1994), bajo la dirección de Quentin Tarantino. También marcó a toda una generación como Dorian Tyrell, el villano de La Máscara, enfrentándose al carisma explosivo de Jim Carrey. Eran papeles secundarios, sí, pero con una fuerza suficiente para eclipsar escenas completas.
Más allá de sus papeles más populares, Peter Greene construyó una filmografía coherente con su estilo: personajes oscuros, marginales, muchas veces al borde del abismo. Su físico, su mirada y su forma de actuar le permitieron encarnar figuras que no buscaban agradar, sino incomodar. Eso lo convirtió en un actor de culto, especialmente valorado por cinéfilos y directores que sabían aprovechar su intensidad.
Sin embargo, su carrera no estuvo exenta de altibajos. Aunque participó en numerosas producciones de cine y televisión, nunca terminó de consolidarse como protagonista. Aun así, su legado permanece intacto en la memoria colectiva del cine de los noventa, una época en la que los villanos empezaban a tener capas, contradicciones y una humanidad perturbadora.
El cuerpo del actor fue encontrado el viernes 12 de diciembre, pero hasta el momento no se ha hecho pública la causa oficial de su muerte. Esta falta de información ha generado especulación, especialmente porque Greene había hablado abiertamente en el pasado sobre sus problemas con las adicciones, una lucha personal que marcó gran parte de su vida adulta.
Otro detalle que llamó la atención de sus seguidores fue que su cuenta de Instagram permanecía activa tras conocerse la noticia. Su última publicación, fechada el 25 de octubre, mostraba una colaboración artística con otros creadores estadounidenses, lo que reflejaba que, pese a todo, seguía conectado con el mundo creativo.
La muerte de Peter Greene no solo cierra un capítulo en la historia del cine, sino que también deja una sensación de tristeza por una vida compleja, intensa y, en muchos sentidos, frágil. Un recordatorio de que detrás de los personajes más duros, a menudo, hay historias profundamente humanas.