Hoy: 22 de noviembre de 2024
Ahora que el calor aprieta fuerte y que la sequía se acentúa, elegir el modo de refrescarse supone toda una declaración de intenciones. No faltan localidades en las que, ante la escasez de agua, se han establecido medidas que restringen el llenado de piscinas particulares. Pero para cada problema hay una solución: cada vez son más quienes apuestan por las piscinas naturales o biopiscinas, la alternativa más ecológica y respetuosa con el medio ambiente. Frente al cloro y la renovación anual del agua, se imponen las plantas o la arena para la depuración de la misma y un mantenimiento óptimo durante todo el año, lo que reduce notablemente el consumo de un bien cada vez más preciado.
La idea es emular la naturaleza, creando un sistema vivo en el que el agua se depura por el movimiento a través del filtro biológico, la acción de bacterias aeróbicas y anaeróbicas en las zonas de filtrado y regeneración, y la alimentación hidropónica de las plantas acuáticas. En cuanto a la forma, se puede seguir apostando por la de las piscinas al uso, pero suelen imperar diseños más orgánicos, similares a los estanques naturales.
Este tipo de piscina naturalizada se puede construir en cualquier lugar en el que se cuente con un espacio mínimo de 20 metros cuadrados, teniendo en cuenta que cuando mayor sea la masa de agua, más equilibrado se mantendrá el ecosistema.
Las necesidades de mantenimiento son similares a la de una piscina convencional: retirar hojas u otros elementos que queden en la superficie y limpiar las cestas de las aberturas que se realizan en las paredes para mantener limpia la superficie del agua, así como usar un limpiafondos de forma periódica para retirar el exceso de sedimentos y evitar sobrecargar de nutrientes al sistema. La única diferencia reside en el cuidado del jardín acuático responsable de la regeneración; esta zona requiere lo mismo que cualquier otro jardín: podar y limpiar las plantas, así como abonarlas una vez por temporada con un fertilizante especial.
Existe la opción de climatizarlas, aunque hay que tener en cuenta que de partida son más templadas que las químicas, “ya que la zona de regeneración es relativamente poco profunda y actúa como un colector solar pasivo”, cuentan desde BioNova.
A diferencia de lo que cabría esperar, las piscinas naturales no atraen de forma especial a mosquitos o insectos, ya que el agua está en constante movimiento y estos suelen proliferar en aguas estancadas. Además, la corriente de agua superficial conduce las larvas que llegan por vía aérea al filtro biológico.
Las dudas que suelen surgir a la hora de inclinarse por este tipo de piscinas están relacionadas con el coste y el tiempo que puede durar su construcción. Normalmente la inversión puede ser algo superior a la de una convencional, puesto que contempla una zona de baño y otra para el jardín acuático. Y será el tamaño lo que determine la duración de las obras, en este caso muy similar a la de una piscina química de las de toda la vida. “Las piscinas ecológicas tienen un precio similar por metro cuadrado al de las piscinas convencionales, pero, al incluir una zona de regeneración, suelen ser más grandes. En todo caso, el consumo de energía y de mantenimiento es menor a lo largo de los años. Y además, no hay que olvidar que también se está construyendo un agradable jardín acuático junto a la piscina”. El agua, por otra parte, se conserva durante todo el año. Únicamente habrá que rellenar parcialmente de forma ocasional para suplir el agua evaporada.