Los otros submarinos

1 de julio de 2023
1 minuto de lectura

Bien sabemos todos que la filosofía nace de la curiosidad. Lo mismo el desarrollo de lo científico, que debemos alentar para que se le facilite al ser humano una existencia que potencie sus dignidades; nunca los descubrimientos deben ser un juguete que pueda convertirse en experimento de vanidades o de orgullos desmedidos. Crecer sí, pero sin desafiar el orden natural de lo creado. El mar, por ejemplo, es una abundante maravilla que ampara el porvenir de las necesidades, pero mantiene la intimidad de algunas aguas que prefieren, a solas, seguir estando desnudas.

En cualquier caso, antes de salir a las batallas contar con la capacidad de los soldados. Antes de construir una torre, comprueben si es bueno el material de los ladrillos.

No olvidemos que la curiosidad desobediente les costó a Adán y Eva su placentera vida ajardinada. Al menos de aquello, nosotros fuimos inocentes.

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

La guerra asimétrica en las Américas

Trump escaló de las amenazas y la coerción político-económica al asedio militar en nuestra región, siendo Venezuela la punta del…

300 con toga: El odio estratégico de Artemisia en el eje judicial de Torenza

— El país de Torenza es, de hecho, un país imaginario y ficticio. —…

Claudia Cardinale y las madres buscadoras

Justo a una semana de la pérdida de Robert Redford, el cine internacional se cubrió de nuevo de luto con…

La transición retardada

¿Qué hemos aprendido del lado de la acera democrática? Casi nada. Seguimos hablando del derribo del comunismo, como si todavía…