Hoy: 25 de noviembre de 2024
En la década de los años 30, un hombre negro de 23 años ingresó en el City Hospital número 2 de St. Louis, una ciudad estadounidense. Según su certificado de defunción, murió de neumonía a los pocos días. Su cuerpo, de manera anónima, se incluyó en una de las colecciones de restos humanos más estudiadas de EE. UU. Sin embargo, esto se hizo sin su consentimiento previo ni el de su familia, tal y como recoge en un artículo la revista Science.
La colección donde se incluyeron los restos de este hombre se denomina ‘Colección esquelética anatómica Robert J. Terry‘, que ahora se encuentra en el Museo Nacional de Historia Natural (NMNH) de la Institución Smithsonian. Casi un siglo después, un grupo de investigadores ha podido hallar el patógeno que finalmente lo mató, al estudiar la placa que tenía en los dientes. Este logro abre nuevas vías para estudiar enfermedades del pasado que quizás no dejen otra huella más destacable después de la muerte, sin embargo, también pone de manifiesto los problemas sociales de la época.
Los investigadores publicaron su estudio el mes pasado en un artículo para la revista Communications Biology. En él, también relataban el abordaje que debía llevarse a cabo en situaciones complejas en cuestiones de ética y justicia social que rodean los depósitos de restos como la colección Terry.
En el artículo, los científicos dejan de lado por un momento los temas exclusivamente médicos. Han sido capaces de reconstruir el contexto en el que vivía un hombre, ahora sin nombre, y ver la forma en el que el racismo contribuyó a su muerte y a la construcción de la propia colección.
“Esta puede ser una forma ética de investigar con la colección Terry”, declaraba Carlina de la Cova, antropóloga biológica de la Universidad de Carolina del Sur, Columbia, que no participó en el estudio. El análisis del cálculo dental, agrega, es una forma inteligente y no destructiva de aprender más sobre el pasado de una persona y su perfil de enfermedad. “No debe pasarse por alto”.
“Las investigaciones anteriores no reconocían los esqueletos individuales y lo que representan. Su humanidad ha sido reducida o ignorada, y se han convertido en solo una colección de objetos para la investigación científica”, argumentaba Molly Zuckerman, bioarqueóloga y paleopatóloga de la Universidad Estatal de Mississippi, Starkville, y coautora del nuevo estudio.
Los investigadores sintieron la obligación de estudiar más a fondo la vida del hombre de St. Louis. “No llegamos a la colección Terry pensando que era neutral“, declaraba Zuckerman, dada la forma en que Robert J. Terry, profesor de anatomía en la Universidad de Washington en St. Louis (WUSTL), construyó la colección que ahora lleva su nombre.
La falta de protección legal para las personas marginadas en el siglo XIX y principios del XX era evidente. Esto le permitió al profesor acumular miles de cuerpos de personas que murieron en instituciones públicas en St. Louis. La mayoría de ellos eran pobres o institucionalizados, y cuyas familias no los reclamaron dentro de las 36 horas posteriores a la muerte. “Estas son personas que pasaron por un proceso en el que se les despojó de su identidad“, indicaba De la Cova. “Desde el principio, fueron deshumanizados”. Más de la mitad de los individuos de la colección Terry son negros.
Por ello, los investigadores describieron sus esfuerzos para “rehumanizar” al hombre de St. Louis. Han querido mostrar cómo el racismo estructural, desde la atención médica de mala calidad para los negros hasta la violencia física, marcaron su vida y su muerte. Según los informes, las condiciones en el City Hospital número 2 eran “peores que en el zoo local”.
Ahora ya es demasiado tarde para el hombre de St. Louis, ya que su anonimato hará que sea casi imposible encontrar a su familia. Sin embargo, los investigadores planean involucrarse con miembros de la comunidad en St. Louis para crear conciencia sobre el racismo médico. Como dice Zuckerman, “Queremos tomar los mensajes de este documento para alentar a todos a recordar que estas fueron personas que alguna vez estuvieron vivas”.