La primavera no es una estación amable para todos. Para millones de personas, es el inicio de una auténtica pesadilla: congestión nasal, estornudos, ojos llorosos, picor y, en los casos más graves, asma. Se trata de la alergia al polen, una de las patologías más comunes en España, que ya afecta al 30 % de la población y que podría alcanzar al 50 % en 2050, según estimaciones de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
La mutua Umivale Activa ha lanzado una nueva campaña informativa para ayudar a prevenir y manejar esta enfermedad tanto a nivel personal como en el entorno laboral. La iniciativa incluye materiales didácticos que explican cómo se produce esta alergia, cómo identificar sus síntomas y qué medidas prácticas pueden adoptarse.
Entre las recomendaciones básicas figuran: consultar los niveles de polen diarios, ventilar en horas de baja concentración, evitar tender ropa al aire libre, ducharse tras la exposición y utilizar gafas de sol en exteriores. Además, se aconseja evitar las salidas al campo durante los picos de polinización.
Pero la campaña también pone el foco en las empresas, que no siempre contemplan este tipo de dolencias en su prevención de riesgos laborales. Para proteger a los trabajadores sensibles al polen, se propone mejorar la ventilación con filtros específicos, adaptar las tareas al aire libre y ofrecer formación específica sobre alérgenos, además de facilitar EPIs como mascarillas FFP2 o gafas protectoras.
“Entender los factores desencadenantes y adoptar estrategias preventivas puede marcar una gran diferencia”, señala José Luis Cebrián, coordinador de Actividades Preventivas de Riesgos Laborales de Umivale Activa. Porque no se trata solo de bienestar: la alergia también impacta en la productividad laboral, el sueño y el ánimo de quienes la padecen.
Aunque el tratamiento más eficaz sigue siendo evitar la exposición, los expertos recomiendan siempre acudir a un especialista para valorar opciones farmacológicas o inmunoterapia si los síntomas son persistentes. El cambio climático, además, está alargando los periodos de polinización y elevando las concentraciones, lo que complica cada año más la situación de los alérgicos.
Y en un entorno donde la calidad del aire empeora, cuidarse es más urgente que nunca. La prevención comienza por estar bien informado.