Con la llegada del verano, muchos recurrimos al aire acondicionado como nuestro mejor aliado contra el calor. Sin embargo, los expertos de la Sociedad Española de Columna Vertebral (GEER) recuerdan que abusar de él puede traer consecuencias para la salud. El problema no es solo el frío, sino los cambios bruscos de temperatura. Pasar de la calle, con más de 35 grados, a una habitación helada a 19 puede favorecer contracturas musculares y rigidez.
La recomendación es clara: mantener el termostato en torno a los 22-24 grados y evitar transiciones repentinas. Igual que se aconseja entrar al mar o a la piscina poco a poco cuando el agua está muy fría, el cuerpo necesita adaptarse a las variaciones de temperatura. Una diferencia excesiva obliga a los músculos a contraerse, y ese gesto repetido a lo largo del día puede generar dolor. Según ha informado Europa Press, los especialistas subrayan que esta precaución es clave para reducir el riesgo de contracturas y molestias musculares durante la temporada estival.
No es solo el aire acondicionado. En verano cambiamos rutinas, viajamos más, hacemos deporte en la playa o la piscina… y eso también puede poner en jaque a la espalda. Correr sobre arena blanda, jugar a palas durante horas o cargar maletas pesadas son gestos que, sin darnos cuenta, castigan las articulaciones y la columna. La clave está en actuar con cabeza: calzado adecuado, intensidad progresiva y cuidar la postura, tanto al hacer ejercicio como al descansar.
El calor invita a movernos, pero también es fácil dejarse llevar por el entusiasmo. Volver al ejercicio después de meses de sedentarismo con sesiones intensas es una receta segura para las lesiones. Los especialistas recomiendan empezar poco a poco, calentar antes de cada práctica y estirar al terminar. Las actividades acuáticas son una gran opción, siempre que se hagan de forma progresiva. Nadar a crol o espalda, por ejemplo, fortalece y moviliza la columna.
En la playa, hay que tener cuidado con las posturas. Tumbarse horas en una toalla sin apoyo para el cuello o leer con el libro demasiado bajo puede sobrecargar cervicales y lumbares. Lo ideal es usar tumbonas reclinables o mantener el libro a la altura de los ojos. Y, si se lee boca abajo, hacerlo solo un rato.
Los viajes largos merecen capítulo aparte. Maletas con ruedas, no cargar peso de un solo lado y evitar giros bruscos son pautas básicas. En coche, conviene parar cada dos horas para estirar. En avión o tren, levantarse y caminar cuando sea posible. Y, ya en destino, cuidar el descanso: un colchón incómodo o una almohada inadecuada pueden arruinar las vacaciones.