Hoy: 25 de noviembre de 2024
Las mascarillas faciales, símbolo incuestionable de la pandemia de COVID-19, están perfeccionándose cada vez más y no son pocas las investigaciones que se están centrando en crear mascarillas más sofisticadas.
La clave de esta mascarilla pionera radica en unos componentes electrónicos especiales capaces de detectar el SARS-CoV-2 y otros virus que se encuentren en el aire dentro de los 10 minutos posteriores a la exposición.
El investigador encargado de la publicación en la revista científica Matter, Yin Fang, argumenta que “la ligereza y facilidad de uso de esta mascarilla permite a los usuarios usarla en cualquier momento y en cualquier lugar”. Además, “se espera que sirva como un sistema de alerta temprana para prevenir grandes brotes de enfermedades respiratorias infecciosas”.
Fang y su equipo de la Universidad de Tongji en Shanghái han diseñado para este fin un sensor especial que reacciona ante la presencia de ciertas proteínas virales en el aire y lo adhirieron a una máscara facial.
Para comprobar su eficacia, el equipo roció gotitas que contenían proteínas producidas por los virus que causan el COVID-19, la gripe aviar o la gripe porcina en una cámara con la máscara.
En los resultados se pudo observar que el sensor podría detectar solo una fracción de un microlitro de estas proteínas; una tos podría contener de 10 a 80 veces más. Una vez que se detectaba un patógeno, la combinación del sensor y la mascarilla enviaba una señal a los investigadores informándoles de la presencia del virus.
Como última novedad, los investigadores pretenden que dichas señales se envíen al teléfono del usuario u otros dispositivos. Al combinar esta tecnología con pruebas más convencionales, el equipo espera que, en un futuro, los trabajadores de atención médica y los funcionarios de salud pública puedan contener mejor las futuras pandemias.
Referencia científica:
DOI: 10.1016/j.matt.2022.08.020.