Hoy: 10 de noviembre de 2024
La industria láctea argentina enfrenta la crisis económica del país con muchos puntos vulnerables. La inflación en los insumos y los controles cambiarios tienen un fuerte impacto en la producción de leche.
Los productores argentinos de leche dependen de insumos generados a nivel nacional como forrajes, maquinarias y combustible.
Por otro lado, el aumento de la carga financiera obligó al sector a recortar la producción, y en más de un caso operaron a pérdida.
Esta situación llevó a la Argentina lechera, el país sudamericano de gran cuenca láctea, a declinar su liderazgo. Este año, se estima que seguirá bajando hasta llegar a una merma de 23% para fin de año.
En el 2023 se produjeron 11,7 millones de toneladas, cifra que está muy lejos de alcanzar la del actual período, pese a que hubo una recuperación de los precios de la leche en tranquera.
La constante disminución de los volúmenes de leche obtenidos en los últimos años puso en evidencia la resistencia del sector por mantener la producción con costos crecientes e inestabilidad económica.
La mega devaluación decretada por el gobierno de Javier Milei ha hecho que los productos lácteos argentinos sean más competitivos en el mercado mundial. Se deduce que, con una moneda más débil habrá precios más bajos para los compradores extranjeros; por eso, aumentaron las exportaciones en un 12% los primeros meses de este año.
En tanto, las exportaciones de queso pasaron de 85.000 toneladas en el 2023 a 100.000 toneladas hasta este mes de julio. Significa que el incremento será superior aún en términos anuales.
Cabe recordar que durante el gobierno de Alberto Fernández con los tipos de cambio que había y la inflación golpearon duramente a los productores del sector. Pero esa realidad no fue resuelta aún y está lejos de cambiar. El aumento de los costos complica al productor y la cadena de comercialización elevaron los precios de los productos lácteos en el mercado. Con la inflación, muchas familias tienen dificultades para adquirir productos básicos, lo que lleva a una merma de la demanda interna prevista.
En ese contexto, no puede darse otra situación que una caída del consumo doméstico de leche líquida en Argentina y obliga a la industria enfocarse en los mercados de exportación.
Con tasas inflacionarias incontrolables, las mesas de los argentinos seguirán siendo esquivas a los productos lácteos, y esta realidad seguirá al menos en lo que resta del período del actual gobierno.