Surrealismo

23 de mayo de 2024
1 minuto de lectura
Unas manos con esoposas.

El funcionario estaba desayunando con su familia cuando dos coches policiales irrumpieron en su domicilio:

-Por orden de la superioridad queda usted detenido.

Al preguntar con estupor la causa, los agentes dijeron no saber nada pero que, entre bambalinas, escucharon que se le vinculaba con el crimen de la estanquera de Vallecas.

-¡Pero si yo era un niño cuando ocurrió aquello!

-El juez ya lo verá.

Y el juez, al ver sus años, tuvo que preguntar y decidir si a lo mejor había sido el padre, y no él, quien hubiese comprado allí cigarrillos dejándole el humillo del crimen en el alma.

En este País si hay que buscarle una ruina a quien estorbe, pues se le inventa y ya está. También son bulos las cartas firmadas por una persona reclamando oficialmente ayudas para empresas en bancarrota.

-No, a eso se le llama tráfico de influencias.

-Con razón han muerto este mes en carreta más de ochenta criaturas. ¡Es que van como locos!

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