Morirse de la mano

13 de marzo de 2024
1 minuto de lectura
Dries Van AGT

pedrouve

Un ex primer ministro holandés, con más de noventa años, ha decidido con su esposa darse la mano y convenir la hora de su muerte, como el que programa una lavadora. Aunque sean muy respetables, duelen tales actitudes, ya que pregonan equivocadamente al mundo que somos dueños de nuestra vida y no administradores de tan algo regalo.

Como siempre, Chesterton tenía razón: ”Cuando se deja de creer en Dios se comienza a creer en cualquier cosa”. A la célebre frase del novelista yo me atrevo a añadir que quien ha dejado de creer en Dios, antes dejó de creer en el ser humano al rebajarlo a cosa que se termina como un animal de compañía, como un árbol o como una tormenta de verano.

Si acabáramos aquí del todo, nuestra dignidad estaría por los suelos y la energía de la inteligencia (que ni se crea ni se destruye, sino que se transforma), apenas sería más importante que un paragüas abierto bajo la lluvia. No, señor exministro, el amor humano viene del amor divino. Y éste no puede ser una ceniza que el viento distribuye en el olvido de la memoria.

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

La ordenación

En ocasión cercana visité nuevamente la hermosa catedral de Jaén

Largo me lo fiáis

Esta frase tan conocida, con pequeños matices, aparece en El Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina y en nuestro

El té de las cinco

Los secretos se llaman así porque son vivencias que se ocultan a la voracidad de los curiosos. Los profesionales de

La costumbre

Tuve un amigo que, cuando presentaba a su mujer siempre decía: “Aquí mi costumbre”. Si acaso notaba cara de extrañeza,