La ratificación de Xi como secretario general del Congreso Nacional del Partido Comunista (PCCh) le consolida como el indiscutible jefe de Estado del país al quebrantar tradiciones intocables en el principal aparato de concurrencia política
Pekín ha celebrado este domingo la clausura del vigésimo Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh) con la ratificación de Xi Jinping como Secretario General para un tercer mandato. Este hecho, sin precedentes, lo convierte en la figura política más poderosa desde Mao Zedong, el fundador de la República Popular China.
Ayer mismo también se presentaron los nuevos miembros del Comité Permanente, todos ellos figuras afines a Xi Jinping, cimentándolo como núcleo del poder gubernamental e ideológico del partido. Aún más teniendo en cuenta la ausencia de un sucesor entre las nuevas filas del Comité.
El pasado 16 de octubre Xi fue reelegido en la Asamblea Nacional que se celebra cada cinco años, algo asimilable a unas elecciones generales dado que el partido único que rige en China es uno de los pocos mecanismos de participación y concurrencia política.
Así, será el tercer mandato que afronte y no es baladí: por un lado, hay una regla no escrita desde los años 80 que limita a dos ‘legislaturas’ a los jefes de Estado chinos. Por eso surgen las comparaciones con el histórico Mao, desde que inició la revolución en 1954 nadie había ostentado tanto poder como él. Por otro lado, para facilitar el relevo generacional se dispone que a partir de los 68 años se deja encabezar los cargos de responsabilidad a personas menores de 68 años y Xi tiene 69, una ruptura con las tradiciones establecidas.
El Partido Comunista Chino no es una organización homogénea sino un ente donde confluyen varias tendencias y corrientes que rivalizan para alcanzar el liderazgo del partido. Y de ahí, junto con la influencia de las altas esferas del país, se traslada a las instituciones de gobierno. Esta victoria se traduce en un menor peso del partido en detrimento del culto a la personalidad a Xi Jinping.
La persona antes que el partido es una idea que desde las diferentes facciones de los regímenes comunistas contemporáneos se observa con atención. Precisamente porque la tesis anterior era la contraria desde que el ideólogo del régimen actual, Deng Xiaoping, estableció las bases políticas de la economía socialista de mercado que guía la política y la gestión del país asiático. El poder estaba en manos del Politburó del partido -un comité colegiado y selecto compuesto por siete personas- y no exclusivamente en el presidente. Aquí es donde se discuten la mayoría de las decisiones de Estado.
Un Politburó sin mujeres
Los siete miembros del Comité Permanente a la vez forman parte del Politburó del Comité Central. Conformado por un total de 24 integrantes tras la jubilación de la viceprimera ministra Sun Chunlan, dejándolo sin representación feminina por primera vez en más de 20 años.
Lo nuevos miembros acompañarán a Xi Jinping en lo que el presidente ha descrito ante los medios como “una revolución interna en la expedición hacía el futuro del país’” con el objetivo de “mantenerse firme en la profundización’” del plan de reforma iniciado por el mandatario desde su primer mandato.
Xi, en su nombramiento hizo un llamamiento al nuevo Comité Central a seguir “inexorablemente” el camino del desarrollo político del socialismo chino y “adherirse a la unidad orgánica del liderazgo del partido”.
Putin, Maduro y Kim Jong-un
El presidente ruso, Vladímir Putin, y sus homólogos venezolano y norcoreano, Nicolás Maduro y Kim Jong-un, respectivamente, fueron los primeros en felicitar al mandatario chino por su victoria. “Estaré encantado de continuar nuestro dialógo y de que trabajemos juntos de cerca para desarrollar las relaciones de asociación integral y de cooperación estratégica entre nuestros Estados”, le trasladó Putin a Xi según el comunicado publicado en la pagina web del Kremlin. “Los resultados de XX Congreso confirmaron plenamente su alta autoridad política, así como la cohesión del partido que encabeza”, añadió.
Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela indicaba que “La confianza depositada por la nación china en Xi Jinping para asumir por tercera vez consecutiva la titánica responsabilidad representa una manifestación vivía de su acertado liderazgo durante la última década”.
La polémica
Precisamente este vigésimo Congreso del Partido Comunista Chino, ha estado marcado por la polémica desde que el pasado sábado, en una escena inusual que captó todas las miradas en un evento habitualmente orquestado al milímetro, el expresidente de China, Hu Jintao, fue escoltado fuera de la sala en la que se celebraba la clausura del Congreso.
Sin explicación oficial sobre lo sucedido, pronto surgieron especulaciones sobre si su salida obedeció a problemas de salud o quizás era resultado de luchas políticas internas.
Hu, que en diciembre cumplirá 80 años, estaba sentado en un lugar de la mesa principal del Gran Salón del Pueblo, justo a la izquierda del presidente Xi Jinping. De repente, dos empleados se le aproximan y hablan con él mientras otro peso pesado del Comité Permanente sentado a su lado, Li Zhanshu, tiene la mano sobre su espalda.
Ya de pie, Hu parece en un principio reacio a salir, aunque luego se va del brazo de uno de los bedeles. En su camino, se le ve intercambiando unas breves palabras con Xi, que asiente, y también palmea el hombro del primer ministro saliente, Li Keqiang, al que se le considera cercano.
Al exmandatario se le ha observado una apariencia cada vez más frágil en sus últimas apariciones públicas. Debido a la opacidad de la política china, es probable que el partido no ofrezca ninguna explicación sobre lo sucedido ni aclare su situación.