Hoy: 22 de noviembre de 2024
El intento de investidura del candidato socialista Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno de España marcha a ritmo de telenovela con sus adecuadas dosis de suspense y buenos y malos como en todo culebrón.
Los buenos son Sánchez y su pelotón antiespañol, los malos son Feijóo y Abascal; pero el protagonista clave de la telenovela es Carles Puigdemont, el personaje que controla las llaves del martirio o la felicidad, según la letra pequeña del acuerdo que sea capaz de cerrar con el PSOE; siempre que el PNV no agüe la fiesta, apoyando a Feijóo a cambio de presidir el Congreso de los Diputados.
El PNV se siente acosado por EH Bildu, que ya le sacó un diputado de ventaja el 23J y necesita dar un golpe de efecto en Madrid, de cara a las elecciones vascas de mayo del año que viene, cuando podrían hacerlas coincidir con las europeas.
Puigdemont tiene el corazón partido en dos, sus buenos resultados electorales lo tientan a forzar una repetición electoral en diciembre; donde podría quedarse como el Marqués de Carabás de Cataluña; siempre que el desplome del resto del nacionalismo el 23J se confirme a fines de año.
Pero también pesa en el ánimo de JUNTSxCAT el fracaso de Artur Mas que -abrazando la estelada blava, tiró por la borda una cómoda mayoría, disolviendo el parlamento autonómico y convocando nuevas elecciones, donde se quedó como el gallo de Morón.
El PP maniobra avisando con un intento de investidura express, presionando al Rey Felipe; pero ya tiene preparada la emboscada en el Senado, donde disfruta de amplísima mayoría y colocará al joven Javier Arenas de presidente, que afilará los cuchillos jurídicos para cortar de cuajo las tentaciones hipernacionalistas y soberanistas que un Congreso con aritmética oportunista y traumática apruebe, como parte del desvarío nacional.
La política española parece un psiquiátrico abierto las 24 horas, pero lo real en política es lo que no se ve ni se comenta y a nadie habrá de extrañarle que Sánchez intente sacar adelante lo social con el apoyo de sus aliados de investidura y frenar sus ansias de divorcio de España, con los votos de los malvados Feijóo y Abascal.
El 17 intuiremos si seremos libres o mártires, pero solo hasta el día siguiente porque nunca jamás es hasta dentro de cinco minutos, en política, que hace extraños compañeros de cama y cuyos caminos son inescrutables, como los del Señor.
Para que luego digan que agosto es la gran siesta ibérica y el panorama está más dramático que el nudo de “El derecho de nacer” y tan divertido, como una gala que pudiese juntar a Eugenio, Forges, Chiquito de la Calzada y el Risitas en prime time.
Ya avisó Bismarck: “España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido”. Pero nadie podrá negar que emociones políticas no faltan en este agosto tórrido; cuando muchos españoles se han ido de vacaciones pidiendo más créditos que nunca.