El universo personal de Julio Florencio Cortázar, nacido en un municipio Belga en 1914 y fallecido en París en el año 1984, no es la excepción que reconoce la bondad en los seres inteligentes. Porque más de una vez oí que una persona inteligente solo puede ser buena. Su bondad está reconocida en los testimonios de sus amigos y admiradores. Se sabe que el ambiente creado con sus oyentes siempre se convertía en una comunicación entrañable.
El hombre más alto que te puedes imaginar era Cortázar. Los que nos fijamos siempre en las manos, las suyas llaman mucho la atención en la infinitud de entrevistas por los huesos grandes y por la enorme capacidad comunicativa. Pues las mueve mucho al hablar. Gabriel García Márquez, su ídolo y amigo, no recuerda otras más expresivas.
Toda su vida musical y literaria están en la personalidad y obra del autor argentino.
El propio escritor reconoce en una entrevista sus hábitos de lector y el bien que le hicieron como materia narrativa gracias a los exhaustivos análisis de esas lecturas. Su gran mundo literario le hizo un intelectual de los grandes y le formó en su profesión, lo único que parecía importarle. En sus entrevistas reconoce leer más poesía que prosa, más ensayo que ficción.
Con los escasos recursos económicos de su madre, pues su padre les abandonó cuando Julio tenía solo seis años, solo pudo comenzar la universidad en la facultad de filosofía y letras. A él le hubiera fascinado continuar sus estudios universitarios. Pero pronto comprendió que tenía que hacer uso de su título de maestro para ayudar a su madre en sus apuros económicos. De manera que ejerció como maestro de enseñanza de pueblo durante seis años.
Muchos saben que lee “Opio”, de Cocteau con 19 años. Y que desde ese momento comienza a fascinarle París a donde se muda a vivir en 1951 hasta su muerte.
Gracias a su inteligencia e imaginación creó un universo literario. Porque siempre observaba con atenta mirada el detalle de lo cotidiano que parece insignificante. En numerosos documentales se menciona la combinación de ambas facultades para describir en sus creaciones un mundo colosal y preocupante.
En cuanto a la música, le gustaba el jazz, por ej., le encantaba Charlie Parker. Se sabe que en una ocasión, Cortázar escribió un artículo elogiando a Louis Armstrong. Eso sí, el propio autor reconocía que no era capaz de leer escuchando música. Y le daba cierta importancia a esta costumbre. Porque tenía conocidos con enorme nivel intelectual que hacían lo opuesto.
Su amor por la música lo declara Aurora Bernárdez al decir que se pasaba horas tocando su trompeta en su escritorio. Además era un gran consumidor de música moderna y americana.
Testigos de Julio y Aurora hablan de la perfecta complicidad entre ambos. Porque ella fue la compañera y testigo de la vida y la obra de Julio Cortázar. Aurora también escribía, aunque de manera más reservada y era una gran amante de la literatura. Aurora traducía a autores como Sartre, Camus o Flaubert.
Por último, quiero hablar de Rayuela. Aparecida en 1963, está considerada la más ambiciosa de sus novelas. De hecho, es el prólogo del boom de la novela moderna de América Latina. Le comenté a un amigo maestro de literatura y escritor que había comenzado a leer Rayuela. Y me aconsejó que comenzase por Historias de cronopios y de famas. Porque la lectura que empecé está considerada todo un desafío para muchos lectores.