Hasta 1.180 hectáreas fueron calcinadas por la voracidad de la lava y la mayoría de vecinos aún sufre de primera mano las consecuencias de la tragedia
El 19 de septiembre de 2021, la naturaleza imponía a la isla de La Palma otro de sus caprichosos designios. Durante 85 días, centenares de coladas de lava manaron a borbotones de la superficie de la tierra, consumiéndolo todo a su inexorable paso. Para cuando el volcán de Cumbre Vieja cesó su actividad el 13 de diciembre, los daños materiales eran, en muchos casos, irreversibles.
La radiografía que arroja la agencia EFE es desalentadora. Al meno 217 millones de metros cúbicos de materiales fueron vomitados por el volcán, lo que, en términos prácticos, bastaría para llenar todos los embalses de Álava, Castellón, La Rioja y Teruel. La lava llegó a cubrir hasta 1.180 hectáreas, aproximadamente un 1,7% del territorio insular.
Una media de 7.000 personas debieron ser evacuadas de sus hogares antes de que el fuego engullera por completo algunas poblaciones, como el barrio de Todoque, donde los vecinos afirman “tener muy presente” el momento de la erupción, a pesar del tiempo transcurrido. Cabe recordar que esta localidad quedó prácticamente sepultada bajo la lava.
El pasado 14 de julio, el Congreso aprobó un decreto “anticrisis” que contenía una batería de medidas encaminadas a paliar la precaria situación de los vecinos palmeros. Aunque ya se han destinado 242 millones en forma de provisiones y alojamiento, muchos residentes aseguran no haber recibido aún “ni un solo céntimo” de las subvenciones prometidas.