Comunico con incierto pesar que el jefe de correos asignado a Veraluz, al que me referí hace unos días, ha regresado a su comarca de Llobregat porque no le fue concedido un profesor de catalán para su hijo, el pobre, huérfano y desasistido de su lengua materna.
Para remediar el vacío que deja en Veraluz el jefe de correos, se ha festejado en la ciudadanía el vigor con que la vicepresidenta segunda de gobierno propone la reducción del horario de trabajo con el mismo sueldo. La vicepresidenta, despeinada esta vez, tiene un hablar lento, monosilábico y turbio, entendemos que para dejar constancia de los efectos secundarios que puede alcanzar el grito de su oratoria. Ahora me explico por qué a Pessoa le maravillaba la inteligencia de la estupidez.
Aunque, con el parabién del anuncio, no cayeron en la cuenta de que casi todos los jóvenes del pueblo están sin trabajo y que, trabajar menos estando en el paro, es imposible… Pero esos análisis no deben importar ahora, lo festejante es la reducción de jornada, que no deja de ser un alivio, ya que se trata de una conquista más de la señora, especialista en sumar y sumar otro avispero a la colmena de los despropósitos.
Pedro Villarejo