Seguro que conocen una excelente novela convertida en película titulada ‘Todos los hombres del presidente’, un libro escrito por Carl Bernstein y Bob Woodward, dos periodistas de The Washington Post que investigaron el escándalo Watergate. Convertida en película en 1976 narra los últimos meses de la presidencia de Richard Nixon.
Me viene a la cabeza este libro y película y con un pequeño juego de palabras me sale otro posible relato periodístico que podríamos llamar ‘Todos los nombres del presidente’, un listado cada vez más largo que le están amargando la vida al presidente Pedro Sánchez y lo cercan en medio de sospechas y hechos demostrados sobre corruptelas de dirigentes socialistas, personal de confianza y de su entorno, mismamente su esposa Begoña y su hermano David.
Por no irnos muy lejos en el tiempo en las batallas socialistas que ha librado Sánchez por llegar y mantenerse en el poder, o sacudirse de los muchos escándalos de corrupción que le acechan, al presidente le han nacido lo que él considera incordios como José Luis Ábalos, Koldo, Víctor de Aldama, el juez Peinado o Juan Lobato, el último que se ha unido a la fiesta.
Todos ellos van a ser estrellas en corrillos y pasillos del congreso federal del PSOE, que empieza hoy y se celebrará durante este fin de semana en Sevilla, y lo que el jefe pretendía que fuese un cónclave tranquilo, de aclamación y apoyo a sus estrategias, tendrá inevitablemente el run run (y no precisamente cantado por Estopa) de lo que acontece, que no es poco y puede pasar factura electoral.
O no. Porque lo que sucede en este país sólo pasa aquí y empieza a no sorprenderme que el PSOE mantenga un voto fiel que respalde todo lo que haga su líder, sean mentiras o navegar entre numerosos casos en los que se investiga la corrupción por tráfico de influencias, mordidas o el uso de las instituciones públicas para negocios privados.
Pedro Sánchez ya ha adelantado que le resbala que Aldama haya ratificado todas las informaciones y acusaciones ante el fiscal anticorrupción y que se reunió con la esposa del presidente y la vicepresidenta Ribera para hablar de negocios; que el juez Peinado aprecie delitos en las actuaciones de su esposa Begoña Gómez, o que el fiscal general maniobre para atacar a Isabel Ayuso a través de su novio.
Y estábamos con la citación por parte del Supremo al ya exsecretario general del PSOE madrileño, Juan Lobato, para aclarar si hubo filtraciones ilegales sobre el novio de Ayuso, la citación como testigo de una asesora de Moncloa para ver si trabajaba para doña Begoña, y una información que apunta a que una empresaria entregó dinero en Ferraz, cuando salta la última de las bombas en la línea de flotación socialista y del propio presidente: la imputación de su hermano, David Sánchez, que tendrá que declarar el próximo 9 de enero, y del presidente del PSOE de Extremadura, porque también la UCO de la Guardia Civil aprecia “indicios de criminalidad” relativos a delitos contra la Administración Pública.
Los ‘nombres del presidente’ no auguran un congreso socialista tranquilo, aunque no se espera nada extraordinario por parte del líder socialista más allá de decir que su idea es mantenerse mucho tiempo en el cargo y de negarlo todo, sea lo que sea. La lapidación de Lobato ha encendido la federación madrileña y habrá que ver hasta qué punto se atreverán a levantar la voz y señalarse ante el jefe, sabiendo que tiene muy mal perder y que ‘pasa a cuchillo’ quien se atreva a cuestionar su reinado y su modo de proceder.
Veremos. Queda muy poco para saber cómo acaban las cosas en este PSOE de trincheras y seguidismo mesiánico a su jefe de filas.