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Roscón de Reyes

Los Reyes.

Los Reyes no son nuestros padres, sino la emoción que dejan las sorpresas envueltas en la noche deseada.

Los Reyes no son nuestros padres, sino los que se suben a las carrozas de los pueblos repartiendo, al mismo tiempo, caramelos y estrellas.

Los Reyes no son nuestros padres, sino la inocencia instalada en lo que es posible todavía: la recuperación del bien desde la infancia.

Los Reyes no son nuestros padres, sino el regalo subliminal al poner en nuestros zapatos de niño los pasos que están por recorrer todavía.

Los Reyes no son nuestros padres, sino los que por su bondad diaria, su dignidad y su elegancia, contribuyen a que nos sintamos regalados todo el año. Y viven en los colegios, en las iglesias, en cada sonrisa o mano que se nos brinda.

Los Reyes no son nuestros padres, sino la luz de la fe que se pasea por las noches difíciles anunciando una esperanza prodigiosa tras las esquinas del tiempo.

pedrouve

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