Puigdemont se quiere cobrar la deuda de Pedro Sánchez

14 de mayo de 2024
4 minutos de lectura
Puigdemont quiere ser presidente con los votos socialistas
Puigdemont, visiblemente molesto, valora los resultados desde Argelés (Francia). / Glòria Sánchez - Europa Press

El prófugo maquina sus alternativas, que pasan por bloquear para que se repitan las elecciones, o exigir el apoyo del PSC para permitir que Pedro Sánchez siga en la Moncloa

¿Qué pasa cuando se debe? Pues que el que presta quiere cobrar, a veces con intereses, y tras conocer los resultados de las elecciones catalanas hay quien ha recordado que las deudas hay que pagarlas y que este es un buen momento para hacer valer esos siete votos de nada que mantienen cogido con alfileres a Pedro Sánchez en la Moncloa. Con alfileres y por los cojones. Suena mal, pero es sí. Y el que debe es Pedro Sánchez y el que quiere cobrar, Carlos Puigdemont.

Es verdad sí, que los comicios al Parlamento catalán han descuartizado el procés y que la suma del independentismo es menor que la del bloque constitucional: con una participación del 57,89% la suma de PSC, Comuns Sumar, Vox, Cs y PP arrojan más de 1.600.000 votos, es decir, un porcentaje del 53,38% y un total de 74 escaños.

Y es cierto que los catalanes, con sus votos, han mostrado su hartazgo y hastío de una política que parece tener como única motivación sacar al territorio catalán de España, y que tanto esfuerzo descuida la gestión sanitaria, la educación, loa prestación de servicios públicos y sociales, el desarrollo económico… Es decir, el funcionamiento de la comunidad y la vida de los ciudadanos y en parte por ahí puede ir el varapalo al Gobierno de ERC y a su presidente Pere Aragonés, que todavía llora por las esquinas.

Un desangelado y desconcertado Puigdemont, que a estas alturas del recuento debe pensar como hace años Julio Anguita, que al cosechar un mal resultado culpó a los electores de no ter ni pajolera idea de lo que debían votar. Mismamente, que eran idiotas por tener un criterio diferente al suyo. El prófugo no se rinde y al ver que la presidencia de la Generalidad se le escapa entre los dedos y con ella su presente y futuro político, además, por supuesto, del juguete de una Cataluña independiente, juega ahora dos bazas importantes.

Una, intentar el bloqueo para impedir que un gobierno de izquierdas con socialistas, ERC y Comuns lleven a Salvador Illa a la presidencia. El objetivo sería forzar la repetición de elecciones y tratar de conseguir esa ansiada mayoría secesionista que no ha salido este 12-M. La segunda la ha debido sopesar en una noche en la que no ha dormido mucho: “Sánchez me debe la presidencia del Gobierno y él debe apoyar que yo sea presidente de Cataluña con el apoyo del PSC”. Descabellado, sí. Pero en la cabeza de un desertor de la ley que ha puesto su vida a la misión de separar Cataluña de España todo vale y todo cabe. Y, lo peor, puede verlo razonable o dejaría caer a los socialistas del Gobierno en Madrid.

De momento el candidato de Junts+ no ha querido perder el tiempo y ha anunciado su intención de presentar su candidatura a la presidencia de la Generalidad en el debate de investidura. En rueda de prensa en Argelès-sur-Mer (Francia), ha explicado que han empezado los primeros contactos con los republicanos, sin precisar cuál ha sido su respuesta, pero ha añadido que aún están “lejos de establecer un marco negociador, si hay posibilidades de hacerlo”, según recoge Europa Press.

Por este camino no parece que haya mucho recorrido. Los de ERC no quieren ni oír hablar de Puigdemont y los suyos, que solo les han traído ruina política. Además, no acaban de entender como el que consideran “un sinvergüenza” que huyó para no ajustar cuentas con la justicia, ha tenido mejores resultados que ellos que incluso han pagado con cárcel la defensa de sus principios.

Y si por aquí el camino se tuerce, sabe dónde está su verdadera oportunidad, en las manos de Pedro Sánchez. En el PP se temen lo peor y no descarta que la ambición del presidente socialista sacrifique al ganador y entregue a Illa a los leones de la secesión. Un fin mayor justificaría un sacrificio menor, a juicio del viajero del Falcon, y más cuando ha reflexionado durante cinco días y tiene ahora las cosas tan claras de lo que quiere hacer con su vida, además de perseguir a periodistas incómodos y jueces malvados.

Llegados a este punto lo normal es pensar qué pasa por la cabeza de Pedro Sánchez, otro adicto al poder. ¿Estaría dispuesto a que el PSC de Illa apoye a Puigdemont para ser presidente a pesar de sus 42 escaños para que lo deje tranquilo? Pues ahí está la pregunta del millón. Además, la suma del PSC y Junts da de sobra para una amplia mayoría en la Cámara y de paso se quitarían de en medio a los incómodos republicanos de Junqueras. La jugada sería perfecta para Puigdemont. Lo que se dice matar dos pájaros de un tiro, que en realidad serían tres porque, además de desterrar al olvido a ERC y conseguir la presidencia, mantendría viva la llama del independentismo, que ahora tiene menos luz que una ‘mariposa’ en un vaso de aceite.

 Ya se sabe que después de una noche de jarana y celebración llega la resaca y la luz del día siguiente es molesta de narices. Tanto como la realidad. A pesar de la sonrisas y la felicidad de una noche pletórica para los socialistas catalanes, pasó la euforia del escrutinio electoral y el día amanece con la triste realidad en la que un sujeto prófugo al que se le ha preparado un traje a medida para evitar la cárcel, quiere cobrarle a Pedro Sánchez lo que le debe. El escándalo político no tendría parangón pero con este Sánchez se han visto cosas peores.

Ahora empieza el juego. Las fichas están en el tablero. Vamos a ver cómo se mueven y a qué precio.

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